Un Ferrari de segunda mano en Las Mercedes cuesta 260 mil dólares

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Referencial/Página web Ferrari

De alto impacto en la opinión pública venezolano ha sido tomada la noticia de que la famosa fabricante italiana de automóviles Ferrari autorizó a un concesionario en Caracas a vender sus vehículos.

Y el «golpe» no solo ha sido porque se confirma que el gobierno venezolano sigue permisando la importación de bienes y artículos no esenciales dentro de una destruida economía sino también por el altísimo costo de los carros.

Según el propio portal web de la Ferrari al concesionario Maranello Motorsport, ubicado en la avenida Jalisco de Las Mercedes, en el municipio Baruta, llegaron los modelos nuevos y los de segunda mano.

Entre los primeros se encuentra el 812 Superfast, descrito como el Ferrari de calle más potente de la historia, y cuyo precio alcanza los 410 mil dólares.

Con respecto a los de segunda mano o usados el precio baja hacia los 260 mil dólares, pero tan inalcanzable para los depauperados salarios de los trabajadores venezolanos, cuyo ingreso mensual no llega a los 5 dólares como promedio.

Este viernes 15 de enero, día del maestro, los educadores dijeron que no tenían nada que celebrar porque prácticamente se han convertido en unos «indigentes con título».

Desde el gobierno nacional no ha habido reacciones sobre la noticia. De repente, no tendrá manera de dar alguna explicación racional, tomando en cuenta que el país aún sufre de una severa crisis de combustible.

Por otro lado, tampoco tendrá argumentos para justificar este hecho cuando ha sostenido en los últimos años que la culpa de la catástrofe económica es el llamado bloqueo del imperio y la guerra económica.

En el mes de diciembre de 2020 también fue noticia la inauguración de un gran supermercado iraní con productos alimenticios importados desde el país persa pero cuyos precios también eran estratosféricos.

Expertos vinculados al sector automotriz califican el «bombazo» como una muestra más de que es el gobierno «el que controla este tipo de licencias porque vale recordar que desde el 2007 los concesionarios no pueden importar vehículos de manera directa».

Otros señalan que el hecho de que la Ferrari apueste tener una incipiente filial en un país que están envuelto en una crisis humanitaria compleja de años «es porque el analista de la empresa determinó, a través de sus estudios de mercado, que en Venezuela existe un público que demanda este tipo de bienes».

Dicho de otra manera, y pesar de la evidente y marcada pobreza general en un 96%, en Venezuela hay gente que sí tiene cientos de miles de dólares para comprarse un Ferrari, uno de esos que antes nos conformábamos en llevar colgado de un llavero.

EDO/El Nacional