Un espacio para caminar con Jesús
Tips para discernir la realidad
Viernes 08 de noviembre de 2024
Por: Antonio Pérez Esclarín
Sin amor nadie crece
Me gusta repetir que tener una buena maestra o un buen profesor, es la principal lotería que le puede tocar a un grupo de niños y jóvenes en la vida. Eso puede suponer la diferencia entre un pupitre vacío o un pupitre ocupado, entre un delincuente o una persona de bien. El niño es siempre un ser débil y vulnerable, basta mirarlo con un poco de ternura, su vida es frágil. Si no es acogido y protegido con amor está llamado a sufrir mucho.
Sin amor nadie crece de manera sana y feliz. El niño es solo una promesa de vida, solo lo pueden acoger y cuidar bien quienes lo miran con esperanza. Para ser un buen padre, una buena madre, un buen educador, hay que amar al niño sin ver resultados inmediatos. No todo se puede planificar, lo importante es creer, confiar y acompañar con paciencia. Solo son buenos padres y buenos educadores, quienes disfrutan buscando el bien del niño y no su respuesta agradecida.
Al niño hay que tratarlo con alegría, que es el signo que acompaña siempre a cualquier tarea creadora. Hacer feliz a un niño es ayudarle a ser bueno, enseñarle a disfrutar y enseñarle a vivir. Esos niños de rostro triste y mirada apagada nos están acusando a todos, no les estamos transmitiendo la alegría de vivir. Los niños tienen también derecho a que alguien los inicie en la reflexión personal, en una cierta vida interior y en la apertura a Dios.
Con Tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.