Espiritualidad. Lunes 04 de octubre de 2021.
Por Antonio Pérez Esclarín.
La Cruz, paradójicamente símbolo de amor
La situación tan difícil y dolorosa que vivimos nos brinda una oportunidad excelente para desprendernos de las imágenes falsas de Dios y comprender que la cruz nos descubre el amor y la ternura de Dios, que ha querido compartir nuestra vida y nuestra muerte, incluso en las situaciones más terribles.
La muerte en cruz fue una consecuencia lógica del modo amoroso en que Jesús vivió su vida, fiel a su misión hasta el extremo. Dios no puede evitar el dolor de la crucifixión, pues para ello debería destruir la libertad de los hombres y negarse a sí mismo como amor. Y la cruz nos enseña que Dios no está con los violentos, con los que pisotean la justicia y llevan una vida de opulencia sin importarles los demás.
Queda lejos de la fe cristiana un Dios insensible, vengativo y cruel. Dios está siempre con las víctimas, con los que sufren, con los que son crucificados por la ambición, la corrupción y la injusticia. Dios está con los que trabajan por un mundo de justicia y fraternidad, y están dispuestos como Jesús, a correr las consecuencias de su opción.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.