Una Palabra Oportuna No. 1732

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Espiritualidad. Viernes 22 de abril de 2022.

Por Antonio Pérez Esclarín.

La Cruz, la ternura insondable de Dios

Todavía hay personas que piensan que Dios es un ser justiciero, incluso cruel, que exigió la sangre de su hijo para pagar nuestras faltas, y que nos envía  pestes, guerras, cataclismo para castigar nuestros pecados. Nada más lejos de la imagen que nos ofreció Jesús de un Dios amor, incapaz de causarle mal a nadie. La Cruz nos manifiesta la ternura insondable de Dios que ha querido compartir nuestra vida y nuestra muerte, incluso en las situaciones más terribles.

A Jesús lo mató la maldad de los hombres, lo mataron porque se atrevió a voltear y poner de cabeza todos los valores del mundo. En vez del poder propuso el servicio, en vez del egoísmo la solidaridad, en vez de la violencia la mansedumbre, en vez de la venganza el perdón, en vez del odio el amor.

La escena es muy conocida: un niño judío se estremece con los estertores de la muerte, colgado de una horca en un patio del campo de exterminio de Auschwitz.  De pronto se escucha el grito desesperado de presidiario: ¿dónde está Dios? otro compañero le responde susurrando: ahí en esa horca.

Esta es la fe de los que creemos en un Dios crucificado. Dios no está nunca con los violentos, con los que causan las guerras, con los que pisotean la justicia para imponer sus deseos de dominación o de venganza. Dios está siempre con las víctimas, con los que sufren injustamente, con los que siguen siendo crucificados por la ambición, por el poder y la injusticia, está con los que se solidarizaron con el dolor de los inocentes y trabaja para erradicarlo.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.