Una Palabra Oportuna No. 1735

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Oración de la mañana. Domino 24 de abril de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en el Segundo Domingo de Pascua

Señor Jesús, es domingo del tiempo pascual, amanecer de luz, vida y resurrección. Tu Palabra nos ubica en tiempo y lugar, en nuestro café vivimos esta experiencia que nos regala el relato evangélico. Al atardecer el sol se oculta y viene la noche, es el tiempo de la desorientación, del no saber dónde estamos. Las puertas cerradas. No hay salida, no hay horizonte,  perspectivas, nada que ofrecer. La fe se vacía de contenido sin tu Resurrección, “vana es nuestra fe”. Después de tu muerte todo había terminado para los discípulos.

La causa se olvidaría poco a poco como si se tratara de un mal sueño. El miedo se apoderó de sus corazones. En medio de esta realidad desconcertante te apareces al grupo. Los discípulos celebran con una alegría profunda que “nadie ya puede arrebatar”, que no pueden contener y sienten necesidad de comunicar. Ha nacido el testigo, el apóstol de puertas abiertas, juntos salen a dar esta maravillosa noticia a todo el mundo. Nadie los puede detener, “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. El encuentro con el Resucitado les hace perder el temor a morir. “Y cuando los meten en la cárcel se sienten felices de haber padecido por tu nombre”. Estaban reunidos, así en comunión contemplaron el milagro.

Con un saludo de paz, rompes su letargo y les enseñas el gozo pascual, “soplas sobre ellos” les das el Espíritu Santo, enviándolos al mundo a perdonar los pecados. Tomás no estaba con ellos, era poca su fe, solitario, apartado, permanecía en la duda…También nosotros, con dudas, seguimos sus mismos pasos. Vuelto a la Comunidad, se sintió “tocado”, cuando le muestras tus llagas de pies y manos. Tomás será recordado por sus grandes palabras, te reconoce como su Señor y su Dios.

Ante tu presencia ha olvidado su necesidad de sondear, su necesidad de una prueba. Tú ves más allá de las palabras, ves lo que está en el corazón. Ayúdanos a estar junto a Ti, escucharte en este tiempo de oración, conoces nuestras necesidades, has oído nuestras súplicas. Ahora déjame escuchar a través de tu voz y conocer tu Presencia, dejar de lado nuestras peticiones para recibir lo que Tú nos estás ofreciendo.

¡Aleluya, Aleluya, Aleluya! Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.