Una Palabra Oportuna No. 1755

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Oración de la mañana. Martes 03 de mayo de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en La Fiesta de la Exaltación de la Cruz

Señor Jesús, esta mañana penetramos con el corazón en el misterio de tu cruz, nos damos cuenta  que como cristianos no buscamos el sufrimiento por sí mismo, sino el amor auténtico, manifestado en la entrega de nosotros mismos. En tu gran amor, viendo la necesidad que tiene el mundo de ser salvado, no dudas en entregar tu vida para su salvación. Las circunstancias históricas concurrieron para que la redención se realizara por medio de la cruz.

A partir de este acontecimiento se ha convertido en señal de salvación para todo el que cree en ti, el Redentor del hombre. Cuando nos la regalas, nos obsequias la oportunidad de amar en plenitud. Debemos evitar la trampa de creer que la cruz está presente en nuestra vida sólo en los grandes momentos de dolor, muerte, enfermedad o un fracaso. La cruz es nuestra inseparable compañera, porque quieres que experimentemos tu amor constantemente, y que cada día te amemos más y mejor.

Esta se manifiesta muchas veces en la fidelidad a nuestro deber cotidiano hecho por amor. En la última cena, nos das ejemplo e invitas a amar “hasta el extremo”. Esta manera de amar es estar dispuestos a afrontar esfuerzos y dificultades, olvidarnos de nosotros mismos, “desaparecer” para que aparezcas. El amor hasta el extremo que es la cruz nos exige estar dispuestos a amar a nuestros enemigos y rogar por los que nos persigan. Es el núcleo de tu mensaje y el detonador de la revolución que ha causado tu encarnación, muerte y resurrección: la caridad, el perdón, la entrega sin reserva. ¿Acepto la cruz en mi vida? ¿La llevo con alegría, como el medio privilegiado para amar como tú me has amado y has amado a los hombres? 

Tú que por nuestro amor entregaste tu vida en la cruz, te pedimos acrecientes en nosotros el amor para que podamos asumir con prontitud de ánimo los sufrimientos de la vida. Ayúdanos a valorar la cruz como el regalo que nos ofreces para identificarnos contigo. Que no huyamos de ella. Concédenos la fortaleza para estar siempre en vela contigo, y no abandonarte nunca.

Con María aprendemos a cargar nuestra cruz de cada día. Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén.

PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.