Oración de la noche. Domingo 4 de septiembre de 2022.
Por José Francisco Aranguren, SJ.
Padre bueno, llega el fin de esta semana. Por eso, quiero sentarme y resonar contigo en este momento. Volver la mirada atrás y ver mi semana. Es probable que ya me cueste recordar lo que hice el lunes…pero, contigo me atrevo a ir hacia atrás para ver tu presencia en mi cotidianidad. Me relajo, me calmo, respiro…
Agradezco por lo vivido, me has dado vida y salud y, si no, al menos el deseo de buscarte en este momento. Por ello te agradezco. Gracias por el merecido descanso de estos días. Hago silencio y agradezco esto.
Tu palabra hoy me desafía grande. Pareciera que va en contra de un valor muy importante para mí: odiar a la familia. Suena duro. Bien sabemos, Padre del cielo, que no se trata de machacar o anular el instinto de querer a los nuestros, que es lo que hemos predicado con frecuencia, si no de que el placer no se convierta en fin, porque, si lo hago, estaría tergiversando el instinto. Bien sabemos, Padre, que me amas con amor de madre, que seguir a Jesús nos enseñará a amar más también a nuestros familiares, el punto es dónde pongo el corazón…y si considero al instinto como absoluto. Líbrame, Señor de ello. Te pido perdón por las veces en que ha sido así, en que no has sido mi absoluto. Hago silencio y pido.
Te encomiendo toda esta semana que empieza, y si es la semana en la que vuelvo a la faena laboral, concédeme ser fiel a tu invitación.
Te lo pido por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.