Una Palabra Oportuna No. 2215

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Oración de la mañana. Domingo 17 de diciembre de 2022,

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en el cuarto domingo de Adviento

Señor Jesús, nos regalas un domingo cargado de misterio que invita a la contemplación, el silencio, al gozo orante. Un signo se abre a nuestros ojos, caemos de rodillas estremecidos ante ese enorme misterio. “…una Joven Virgen, ha concebido y dará a luz”. Es el símbolo entrañable de lo que Dios promete por medio del hombre más lúcido en la Jerusalén de aquellos días, Ajaz. “Miren: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”.

Desde el momento que Dios se ha hecho “hombre” Dios ha dejado definitivamente de ser solo “Dios en sí” para ser también “Dios con nosotros”. Desde este momento ya nadie podrá decir que está solo. Este es el gran misterio de la Encarnación. Un misterio que debemos “contemplar” en cualquier rincón del mundo donde se construya un Belén. Pasemos deprisa la mirada sobre tantas luces, ríos, montañas, animales, figuras, personajes, aunque sean reyes, centremos nuestra mirada en ese Dios Inmenso que se hace pequeño y débil en la fragilidad de un niño que llora y llorando nos salva de la oscuridad, de nuestras dudas, miedos, angustias, de nuestra incredulidad.

Así sucedió con José, “el hombre justo”. El Ángel le cierra una puerta al mundo de oscuridad y zozobra y le abre otra de luz y de paz.  Sin la bondad de José y la fe de María, no sería posible tu llegada a esta tierra… Para nacer en nosotros esperas nuestra acogida. Nos llenarás el corazón de paz, amor y alegría. Necesitamos tu compañía. Ven a mi casa a nacer.

¡Ven Señor no tardes!

Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.