Espiritualidad. Lunes 21 de julio de 2020.
Por Antonio Pérez Esclarin.
Tiempo de esperanza
A pesar de la gravedad de los problemas, no podemos permitir que nos dominen el desaliento y la desesperanza. Desoigamos los gritos que nos invitan a la rendición, la intolerancia y la violencia.
En estos días cultivemos con esmero la sonrisa, la ternura, la amabilidad, el compromiso, el servicio.
Venezuela tiene un hermoso futuro de prosperidad, justicia, convivencia y paz, futuro que debemos construir entre todos y para todos; es hora de pasar del pesimismo al entusiasmo, de la pasividad a la acción; otra Venezuela es posible, muy diferente y mejor a la de la cuarta y de la quinta república que debemos labrar con sacrificio y con trabajo.
No podemos construir el nuevo futuro mirando hacia atrás o esperando que otros lo hagan por nosotros.
Anatole France decía “que nunca se da tanto, como cuando se da esperanza”. La esperanza impide la angustia y el desaliento, pone alas a la voluntad, se orienta hacia la vida.
La fe en un Dios que nos ama y nos acompaña a nuestros trabajos y luchas, es el motor de nuestra invencible esperanza, en consecuencia, frente al derrotismo y la desesperanza de muchos, afirmamos con Don Pedro Casaldaliga “que es la hora de Venezuela”.
Es tarde pero es nuestra hora, es tarde pero es madrugada si empujamos un poco.
Todos a empujar.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.