Venezuela se ubica entre los 50 países más autoritarios del mundo

80
Foto: Archivo

Al comparar los niveles de ejercicio democrático en varios países del mundo Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y Gobernanza de la UCAB, afirmó que lo vivido actualmente en Venezuela no es la excepción.

Tal premisa la compartió en su ponencia del foro La Sociedad Civil responde a los desafíos Venezuela 2021, que se desarrolló el jueves 11 de febrero vía virtual.

Citando el último índice de la democracia de 2020, publicado por la revista The Economist, destaca que las democracias y los regímenes autoritarios casi que se encuentran a la par, aunque ha habido algunas ganancias de democracias plenas en el último año «pero también ha habido un aumento en los regímenes autoritarios».

En este último renglón resalta el caso de Venezuela que en el año 2013, «es decir, cuando Maduro gana la elección» ocupaba el puesto 97, que implicaba el sostener un régimen híbrido, que básicamente es un sistema autoritario que tiene ciertas condiciones de una democracia porque celebra elecciones competitivas, entre otros factores.

Pero Alarcón llama la atención que en apenas 7 años «hemos retrocedido al puesto 143», lo que significa que Venezuela se ubica entre los 50 países más autoritarios del mundo, incluso superando a sus tutores principales Rusia y Cuba «y a muy pocos puestos de China e Irán».

Esto es el reflejo, apunta, de una situación que se viene deteriorando rápidamente «y nosotros, la sociedad civil, tenemos que hacer algo».

Pero poder hacer algo, dice el politólogo, hay que entender que hoy en día el gobierno tiene una estrategia que básicamente se fundamenta en tres pilares: represión, diálogo y elecciones controladas.

En el caso de la represión la misma se ha venido concentrando contra los partidos políticos, a través de las intervenciones de sus junta directivas originales, y algunas organizaciones de la sociedad civil.

Sobre el llamado diálogo refirió el sostenido «con otros partidos minoritarios en paralelo en eso que se llamó la mesa de diálogo nacional», que se concatenó con algunos incentivos a estos actores para que participaran en las elecciones legislativas que tenían que ver con la no participación de los grandes partidos, con lo cual aumentaban sus oportunidades de cuotas de poder, y el aumento del número de curules de 167 a 277 diputados.

Sin embargo, esas proyecciones no se le concretaron a esos dirigentes con los resultados electorales y el gobierno termina controlando el 90% de la nueva AN.

Este año 2021 la represión ha comenzado contra organizaciones no gubernamentales de ayuda humanitaria y de derechos humanos, además de los ataques contra algunos medios de comunicación, «pero vemos que al mismo tiempo se desarrolla una mesa de diálogo».

Para Alarcón la finalidad principal de esta estrategia del oficialismo «es dividir porque a unos se les persigue y con otros se negocia, a unos se les aplica presión y a otros se les promete posibilidades de poder cohabitar con el gobierno y sacar algunos beneficios».

En medio de este escenario se presentan las elecciones regionales y municipales, aún sin fecha definida, y con un nuevo CNE.

En otra parte de su intervención Alarcón alertó que «nosotros no podemos esperar que alguien de afuera o del propio gobierno venga a resolvernos los problemas».

Llamó a que somos los ciudadanos a defender «nuestros derechos, y para eso debemos organizarnos»

Entender que el poder proviene de quienes somos gobernados pero cuando esa sumisión desaparece surge la importancia de la participación ciudadana, es decir, «de sumarnos en un esfuerzo que contenga primero la unidad de todos los que queremos la democracia en el país, los que queremos recuperar la libertad», junto a la planificación y disciplina en la ejecución.

La idea es trabajar como equipo «porque sino nos vamos a hundir como país y por eso es fundamental entender que es la coordinación (de esfuerzos) la que hace la magia, la diferencia».