El 27 y 28 de febrero de 1989, Venezuela vivió uno de los episodios más fuertes de su historia contemporánea: ‘El Caracazo’.
Este acontecimiento marcó un punto crítico en la conciencia colectiva del país y sacudió las bases mismas de la sociedad venezolana.
Durante esos dos días, una ola de disturbios, saqueos y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad estatal se desató en Caracas y otras partes del estado Miranda.
Según historiadores, este estallido social fue una manifestación del profundo malestar y descontento de la población ante las políticas neoliberales implementadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez que causaron movimientos en la economía del país como un endeudamiento después del “boom” petrolero en los 70.
La “masacre” de civiles perpetrada por las fuerzas de seguridad estatal durante ‘El Caracazo’ dejó una huella imborrable en la memoria del país.
Según Pedro Trigo, sacerdote jesuita e investigador del Centro Gumilla, este episodio fue un momento “espantoso” de intensos saqueos y luchas con la fuerza armada, que culminó con la vida de 276 personas, según el reporte oficial (se cree que son muchos más) y dejó un dolor gigantesco en sus familias.
Fue una violación a los DD. HH.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoció, diez años después, ‘El Caracazo’ como una violación a los derechos humanos y pidió al Estado venezolano reparar el daño causado a las familias. Sin embargo, aún 35 años después, la persistente impunidad ha impedido que las víctimas alcancen la justicia que merecen.
Este doloroso capítulo de la historia venezolana evidenció las debilidades institucionales del Estado en la protección de los derechos humanos.
A pesar de los esfuerzos por superar las secuelas de ‘El Caracazo’, Venezuela enfrenta aún desafíos similares en materia de derechos humanos. El uso desproporcionado de la fuerza pública, la impunidad y la falta de voluntad para investigar a fondo los abusos persisten en la actualidad.
En palabras de Pedro Trigo, la sociedad venezolana aún no ha aprendido la verdadera lección de ‘El Caracazo’. Justamente un 27 de febrero de 2023 dijo que es necesario que el pueblo se una, fortalezca sus lazos sociales y reclame su poder para impulsar cambios significativos en el país. Solo así, con la participación activa de la ciudadanía, se podrá construir un futuro más justo y humano para Venezuela.
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