La Academia Nacional de Ciencias Económicas, ANCE, también fija posición ante el panorama económico y social que actualmente se presenta en el país en momentos de contingencia por el Coronavirus.
En un primer apartado de un comunicado público describen que la economía venezolana acumula seis años consecutivos de contracción, con niveles de un 70% menores a los del 2013, deterioro pronunciado de los servicios públicos, destrucción de la capacidad productiva de la industria petrolera en manos del Estado y reducción sustancial de la producción privada.
Añaden que «las reservas internacionales se encuentran en sus mínimos históricos, el país está en default de su deuda externa desde el 2017, el descontrol fiscal y las restricciones financieras internacionales llevaron a una monetización descontrolada del déficit impulsando un proceso hiperinflacionario sostenido, a expensas de asfixiar al sector bancario nacional, anulando el proceso de intermediación financiera».
Sin billetes
Un dato relevador que asoman los catedráticos de las ciencias económicas es que los billetes y monedas en circulación en manos del público pasaron del 16,6% en el año 2000 al 0,1% en el año 2019, con lo cual desaparece el numerario necesario para que la población cumpla con las transacciones indispensables en las cuales necesita dinero en efectivo.
En el caso específico de la producción agrícola apuntan que ésta ha disminuido exponencialemente al término que solo abarca un tercio de lo que demanda el consumo nacional.
Esta actividad se enfrenta además a crecientes dificultades para hacer llegar sus productos a los centros poblados, dada la crónica y profunda escasez de combustible, consecuencia de la incapacidad de PDVSA para refinar su propia producción petrolera.
A estos factores hay que sumar las limitaciones para acceder al financiamiento externo, restricción «que se ha profundizado con las sanciones internacionales que le han impuesto un conjunto significativo de países a un régimen cuya legitimidad se cuestiona como consecuencia de la violación persistente de los derechos humanos, las agresiones a las instituciones democráticas y su asociación con los delitos del narcotráfico y la corrupción».
Es por esto que sentencian que la población ha sido sumida en niveles de miseria nunca vistos por las últimas tres generaciones, con salarios mínimos de menos de tres dólares mensuales, y con más de cinco millones de emigrados -casi la quinta parte de la población- impulsados en su mayoría por necesidades de sobrevivencia.
Políticas económicas y sociales
Esta situación se agrava ante la pandemia del Covid-19, dada la vulnerabilidad de la población por su pobreza y desnutrición, y una situación sanitaria y hospitalaria sumamente precaria, producto de tantos años de desidia y corrupción.
Directamente hacia la gestión del presidente Nicolás Maduro advierten que esta pandemia exige al Estado, además de prestar atención a la salud pública, prever la estrategia global y las políticas económicas a emprender para enfrentar la situación de estancamiento económico con inflación.
El liderazgo opositor también se lleva su interpelación cuando la Academia reclama «un gobierno capaz de concertar los apoyos internacionales necesarios para enfrentar exitosamente la pandemia e instrumentar las medidas requeridas para sacar a Venezuela de la profunda depresión que deprime los niveles de vida de su población».
La situación venezolana es crítica y harto compleja, su superación exige desarrollar un programa de profundas reformas estructurales y políticas económicas que permitan estabilizar las variables macroeconómicas fundamentales.
Avanzar en esta dirección exige un sólido respaldo de la sociedad y un compromiso del liderazgo político que va mucho más allá de las agendas político-partidistas y las apetencias personales. Esta corrección de rumbo permitirá la construcción de una Venezuela próspera e inclusiva.