Apatía hacia la democracia y prioridades mundiales: ¿Hacia dónde vamos?

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Mientras la OTAN celebra una cumbre para debatir el aumento del gasto en infraestructura militar, un sombrío contraste emerge con la alerta de la FAO sobre el riesgo de inanición en diversas naciones. Este escenario, que prioriza la inversión en armamento por encima de la lucha contra el hambre, invita a una profunda reflexión sobre las verdaderas aspiraciones de la humanidad.

En ese sentido, María Alexandra Semprún, politóloga y antropóloga, explicó en el programa De Primera Mano de Radio Fe y Alegría Noticias que la forma en que la sociedad se organiza y entiende el sistema, desde lo local hasta lo global, es crucial.

“Existe un paralelismo entre los intereses nacionales de los Estados (defensa, expansión económica, imposición de sistemas) y lo humano, que abarca organizaciones de la sociedad civil y religiosas que buscan la calidad de vida. Idealmente, un Estado debería garantizar el bienestar de sus ciudadanos (acceso a servicios, alimentos, salud, vida sustentable). Sin embargo, los intereses macro de los Estados más poderosos suelen prevalecer sobre los intereses individuales y las necesidades de los países pequeños. Esto se evidencia en que la defensa, que exige más recursos, tiene prioridad sobre la educación, la salud y el bienestar humano en naciones poderosas”, contó la politóloga.

Prioridades en la balanza: bienestar vs. gasto militar

El reciente debate de Pedro Sánchez en España es un claro ejemplo de la tensión entre el bienestar social y las prioridades de gasto estatal. Sánchez se negó a destinar el 5 % del Producto Interno Bruto (PIB) a fines militares, argumentando que no se debería sacrificar el estado de bienestar.

A juicio de la antropóloga María Alexandra Semprún, esta postura ilustra cómo los intereses de la globalización, impulsados por las relaciones entre Estados, a menudo relegan a los más vulnerables, cuyas necesidades son frecuentemente atendidas por ONG e iglesias.

Semprún afirmó: “Los intereses de la globalización, impulsados por las relaciones Estado-Estado, a menudo relegan a los más vulnerables, que son atendidos por ONG e iglesias. Vivimos un momento crítico en la historia de la humanidad, con conflictos importantes en términos humanos y de gasto militar. Esto nos lleva a cuestionar cómo la gente prioriza: muchos buscan estabilidad económica y seguridad por encima de todo, lo que influye en la exigencia ciudadana, el voto y la elección de líderes que administran estos Estados”.

La creación de una brecha

Por su parte, María Alexandra Semprún argumentó que un estudio mundial de valores revela una tendencia interesante: en países altamente desarrollados, aunque se observa un menor interés directo en la gestión gubernamental, las personas demuestran un creciente interés por los problemas sociales. Este involucramiento abarca desde cuestiones ecológicas y de supervivencia hasta el ámbito artístico.

Esta dinámica, según la antropóloga, genera un divorcio entre el rol tradicional del Estado —enfocado en defender la soberanía y la economía— y el mundo de lo humano, cuyas necesidades y desarrollo quedan, cada vez más, en manos particulares y de la sociedad civil.

¿Crisis de la democracia? La apatía electoral que desafía el sistema

La reelección de Nayib Bukele en El Salvador, marcada por una alta aprobación popular, pero una baja participación en las urnas, junto con la creciente apatía electoral en Chile, encienden las alarmas sobre una posible pérdida de fe en los mecanismos de la democracia tradicional.

Estos casos plantean la interrogante de si la ciudadanía está buscando nuevas formas de expresión política fuera de los cauces convencionales.

En este contexto, la politóloga María Semprún manifestó que “la abstención puede deberse a la comodidad, la falta de credibilidad en las instituciones electorales o en las opciones. Filosóficamente, quien no vota, cede su representación a quien sí lo hace. Sin embargo, esta inasistencia a las urnas también puede ser una señal de incredulidad en el sistema o en el secreto del voto. La baja participación en elecciones pasadas en Venezuela y la que se espera para los comicios municipales de julio son ejemplos claros de esta tendencia”.

La profunda brecha entre las prioridades estatales de seguridad y economía, y las necesidades humanas más apremiantes, junto con la creciente apatía hacia la democracia, nos sitúa en un punto de inflexión.

Las voces de expertos como María Alexandra Semprún nos invitan a cuestionar el rumbo actual y a reflexionar sobre qué tipo de mundo estamos construyendo. Es imperativo que, como sociedad, reevaluemos nuestras propias prioridades y exijamos a nuestros líderes un compromiso genuino con el bienestar humano, la salud y la educación, por encima de los intereses que relegan a los más vulnerables.

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