Carlos Bresciani, SJ, coordinador de la Red de Solidaridad y Apostolado Indígena (RSAI), compartió tres alarmantes consecuencias del extractivismo en los territorios indígenas y el papel esencial de las mujeres en las resistencias que se gestan en toda Latinoamérica, en el marco del “Encuentro Abyayala: Extractivismo, mujer y resistencias” celebrado en Manaos, Brasil, del 16 al 20 de septiembre.
“La primera alerta es abrir los ojos, la mente, los oídos a los dolores de la madre tierra. No puede ser que nos hagamos los tontos frente a lo que está pasando a nuestro alrededor”, enfatizó en una entrevista para el programa Voces sobre la Mesa de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), y que transmite Radio Fe y Alegría Noticias en Venezuela.
Para él, el cambio climático, evidenciado en inundaciones y sequías, es una consecuencia directa de un modelo económico depredador que está agotando los ecosistemas.
El sacerdote destacó que la relación con la naturaleza debe replantearse como una interacción de sujeto a sujeto, no de sujeto y objeto.
“El árbol, el aire, la montaña, son personas que hay que cuidar al igual que a mi madre y mi hermana”, afirmó, agregando que es necesario empezar a ser más conscientes de que sin agua, tierra y bosques, la humanidad no podrá sobrevivir.
La resistencia de los espíritus de la tierra
Bresciani explicó que en el encuentro se integró la idea de una visión profundamente arraigada en las creencias indígenas: que los territorios no son solo recursos materiales, sino espacios habitados por espíritus.
Asimismo, el coordinador de RSAI aseveró que luchar por la preservación de la naturaleza es también una lucha por los espíritus que habitan en ella.
“Sin espíritu no vivimos”, sentenció, resaltando que la pérdida de ese vínculo espiritual es una amenaza para la vida misma.
El papel de las mujeres en las microresistencias al extractivismo
Otro de los puntos claves del encuentro fue el rol de las mujeres en las micro resistencias contra el extractivismo.
Según Bresciani, las mujeres indígenas son quienes lideran gran parte de las acciones de resistencia y cuidado del territorio, a menudo desde gestos cotidianos y sencillos.
“Son pequeñas muestras de valentía y coraje que salen de mujeres organizadas, las que cuidan sus huertos… participan en política y sostienen la medicina natural”, afirmó.
Estas micro resistencias, aunque dispersas, son fundamentales para contrarrestar las dinámicas extractivistas que ven a la naturaleza como un objeto explotable.
“Son esas pequeñas relaciones, gestos y acciones organizadas para hacer frente al modelo extractivista que nos hace relacionarnos con la naturaleza como cosa y no como alguien”, explicó Bresciani.
Maletines de dinero a cambio de la tierra
Durante el encuentro también se abordaron las denuncias sobre cómo grandes empresas internacionales han fragmentado las comunidades indígenas a través de la cooptación de sus líderes.
Bresciani señaló que muchas de estas empresas, provenientes de Canadá, China y Corea del Sur, llegan con “maletines de dinero”, dividiendo a las comunidades.
“Lo que hacen ellas (las empresas) es coactar personas indígenas de manera que le hagan más fácil la entrada a su extractivismo. Es triste porque se divide la comunidad, se fragmenta la posibilidad de resistir juntos y juntas. A veces con una complicidad consciente de algunos dirigentes y otras veces y una complicidad inconsciente porque las empresas llegan con un maletín de dinero a (ofrecerlo a) alguien que nunca ha vivido con mucho”, dijo.
“Cuando alguien que está viviendo con muy poco, le llega alguien a ofrecer lo que sea, es una salida. Pero eso es una responsabilidad moral más de las empresas que de las personas que aceptan. (…) Alguien que ha vivido pobre es muy difícil que diga que no, los que dicen que no tienen mucha conciencia de sí mismo y de lo que no quieren”, añadió.
Este fenómeno, según explicó, no solo genera pobreza material, sino que erosiona la estructura social de las comunidades, dificultando la resistencia colectiva.
A pesar de las tentaciones económicas que ofrecen las empresas, Bresciani destacó la valentía de las mujeres que rechazan estas ofertas.
“Quedan más pobres según el modelo en el que estamos, pero ellas tienen mucha conciencia de sí mismas y de lo que no quieren”, añadió.
Un llamado a la consciencia por la casa
A modo de conclusión, el sacerdote jesuita destacó la necesidad de fortalecer la conciencia colectiva y las redes de apoyo entre las comunidades indígenas para hacer frente al extractivismo.
“Una de las grandes conclusiones es que no estamos solos y que unidos somos más fuertes contra el extractivismo”, señaló.
Además, dijo que este encuentro en Brasil fue un espacio para entender que la resistencia es tanto un acto espiritual como político.
“Si danzamos juntos, nos fortalecemos juntos”, afirmó, haciendo hincapié en la importancia de la espiritualidad indígena como fuente de fortaleza en la lucha contra la devastación ambiental.
“Tenemos que entrar en una fase de incidencia y denuncia. Hemos visto que se repiten los mismos actores: empresas y gobiernos confabulados con estas empresas”, comentó.
Finalmente, Bresciani invitó a la sociedad a “abrir los ojos y el corazón y convertir la mirada a los pueblos originarios que nos invitan a cuidar los espíritus de la tierra”. Para él, la clave para enfrentar la crisis climática y el extractivismo es reconocer la sabiduría ancestral de estos pueblos y aprender a vivir en armonía con la naturaleza.
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