“Tener una universidad que significa pensamiento libre, que significa reflexión crítica, en un gobierno que busca controlar la diversidad y, vuelvo a utilizar el verbo, destruir la divergencia, significa un gran peligro”.

Así de contundente es Carlos Meléndez, sociólgo y director del Observatorio de Universidades, cuando se le pregunta sobre por qué un gobierno querría dejar a un país sin calidad en la educación universitaria.

Meléndez, quien también es director de la Licenciatura en Desarrollo Humano de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, resalta en esta entrevista para Radio Fe y Alegría Noticias que la libertad académica es una preocupación, no solamente en Venezuela y en los contextos donde existen formas de “gobierno autoritario”, sino también una preocupación en el mundo. 

Sobre el movimiento estudiantil, destaca que en los últimos años este sector ha tomado los derechos humanos como bandera porque “en general”, la narrativa política en Venezuela desde la última década “ha estado enfocada en materia de derechos humanos”.

¿Por qué vale la pena defender las universidades?

Claro que vale la pena. Claro que sí. Porque defender la universidad es, en sí mismo, un acto de humanidad. La universidad es una institución que permite convertir vidas en mejores vidas. 

En la experiencia venezolana, después de los años 60 en adelante, nosotros vimos materializada esa función clave de la universidad venezolana, porque se convirtió en una escalera de ascenso social que empujó parte de los avances en materia de desarrollo en Venezuela. También permitió que miles o millones de personas pudieran tener un mejor bienestar y una vida digna.

¿Vive la universidad venezolana su peor momento en la actualidad?

En efecto, es la peor crisis desde principios del siglo 20. 

Hay un retroceso; una regresión, más que retroceso. Una regresión importante de lo que ha sido la universidad venezolana por dos razones fundamentales, la primera tiene que ver con que el daño y la destrucción es más visible porque en el siglo 21 hubo más que destruir. 

Lo que nosotros teníamos a principios del siglo 20 no era la universidad que hoy tenemos: la universidad como concepto, como hecho y como infraestructura. 

Lo que se destruyó o lo que se socavó es mucho más de lo que se pudo haber acabado en el siglo 20. Y es que hoy en la sociedad, en las formas de globalización que vivimos y en la forma en cómo se desarrollan las sociedades, la universidad tiene, ha tenido y tendrá un papel más protagónico. 

Entonces anular o buscar la anulación de la universidad en la sociedad tiene un impacto mucho más grande en este momento del siglo 21. 

¿Cómo ha afectado la crisis educativa a la capacidad de retener y atraer a profesores altamente calificados?

La migración que se ha vivido en Venezuela y que se sigue viviendo ha afectado definitivamente a la universidad en ese indicador, porque muchos de los profesionales que fueron capacitados por la universidad venezolana emigraron. 

Los principales publicadores e investigadores se fueron del país o se retiraron de la universidad. No es que ya no quede, no. Todavía sigue existiendo un capital importante, pero los profesores altamente capacitados y calificados necesitan una constante y sistemática actualización. 

Un profesor es alguien que logra un nivel académico y necesita constantemente actualización. Eso se permite a través de la investigación y la formación propia que le dan a los profesores. Esta función elemental en la universidad está casi destruida.

¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta la universidad venezolana hoy en día para su funcionamiento?

Vamos a clasificarlos en tres áreas: El primero, lo que tiene que ver con las condiciones de vida de quienes forman parte de la universidad, sus profesores, sus estudiantes, el personal administrativo y de servicio. Este es el punto principal porque se trata de la vida de miles que está muy afectada en términos de alimentación, salud y, en general, en todos sus derechos. Lo que pudiésemos decir, para resumir, en su dignidad. 

El otro gran problema tiene que ver con la autonomía universitaria, que son problemas que están ligados totalmente. En este momento, el gobierno controla ocho de cada diez instituciones de educación superior en Venezuela, y en las otras ha venido, vamos a decir, profundizando el daño en la autonomía, afectada en sus diferentes formas de autonomía administrativa y financiera, a través de la asfixia presupuestaria. 

El tercer gran problema es la productividad. La universidad debe ser una fuente de conocimientos y en estos momentos no lo está siendo. 

El gran problema de mantener una universidad solamente para dar clases, ha sido un desafío en la universidad venezolana y latinoamericana, y con este gobierno, con el chavismo y el socialismo del siglo 21, se exacerbó porque la posibilidad de crear extensión, investigación y productividad en general también fueron imposibilitadas por la asfixia presupuestaria. 

Diversas organizaciones de la sociedad civil han denunciado durante años ataques del Estado contra las casas de estudio superior. ¿Es intencional? ¿Por qué querría el gobierno dejar al país sin calidad en la educación universitaria?

Una universidad de calidad es un peligro para los autoritarismos. 

Tener una universidad que significa pensamiento libre, que significa reflexión crítica, en un gobierno que busca controlar la diversidad y, vuelvo a utilizar el verbo, destruir la divergencia, significa un gran peligro. 

El hecho de que nuestras universidades estén como están es parte de una política intencionada desde principios de siglo, que ha buscado destruir a la universidad, acabar con la universidad. Esa universidad que es el concepto, no solamente como infraestructura, lo que tiene que ver con lo material, sino el concepto de universidad que, repito, significa pensamiento libre, diversidad y producción de conocimiento sobre la realidad. 

¿Existen problemas generalizados o en algunas regiones del país la crisis universitaria es más complicada que en otras?

Por supuesto que sí: la crisis es generalizada, pero hay desigualdades por región.

Nosotros, en los estudios realizados por el Observatorio de Universidades, hemos observado como principal gran problema lo que tiene que ver con las condiciones de vida de la comunidad académica. Observamos mayor deterioro en el nororiente del país y en el sur del país; es decir, en los estados Monagas, Cumaná, Sucre, Anzoátegui, Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, que son las regiones más afectadas en términos de condiciones de vida. 

Pero repito, es un problema generalizado. Nosotros podemos encontrar también en la región capital, en la Universidad Central de Venezuela, profesores jubilados que sobreviven gracias a un programa de alimentación que llevan profesores también de planta o la Asociación de Profesores. 

La media, por darte un dato de lo que encontramos en el año 2021 sobre condiciones de vida, es que el 33 % de los profesores en el país comen menos de tres veces al día; pero cuando nos vamos al nororiente, encontramos que este porcentaje es la mitad. Más del 40 % de los profesores comen menos de tres veces al día. Por ejemplo, en centro occidente en la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, la Unexpo y todas las instituciones privadas o públicas, estos estudiantes pueden acceder de manera más directa a servicios de internet. En la Upel, que es la universidad que está dando más respuestas en este estado, sus estudiantes en los diferentes centros de atención, en los diferentes municipios, no tienen en ningún momento de su tiempo acceso a Internet.

En los últimos años, el tema universitario ha estado muy presente en el foco de las organizaciones internacionales de derechos humanos. Incluso en 2021 la CIDH lanzó los Principios Interamericanos sobre Libertad Académica y Autonomía Universitaria. ¿Por qué cree que estos organismos le han prestado tanta atención a este sector en Venezuela? 

La libertad académica es una preocupación, no solamente en Venezuela y en los contextos donde existen formas de gobierno autoritario, dictatoriales, sino también una preocupación en el mundo. 

Por ejemplo, hoy en los Estados Unidos de norteamérica, hay una gran preocupación en algunos estados, como en Florida, por la censura que existe en torno al reconocimiento de la diversidad y de la comunidad LGBTQ+. También hay una preocupación por la normativa que se está proponiendo para evitar trabajos o discusiones e intercambios con China a nivel universitario.

Pero en estos contextos la libertad académica se ve más afectada debido a que no solamente se trata de un problema político directo que va direccionado a controlar y a disminuir la capacidad institucional y democrática, sino también se afecta por las propias condiciones de vida que impone el gobierno, con salarios que van de 10 a 30 dólares. 

Organismos multilaterales o instituciones garantes de derechos humanos en el mundo les preocupa la situación universitaria porque la universidad es un centro vital para el fortalecimiento y además es un centro representativo de los niveles de democracia que hay en un país. 

El movimiento estudiantil siempre ha estado presente en la historia de Venezuela, sobre todo en momentos políticos puntuales. Pero en los últimos años parece existir, al menos en la narrativa, un movimiento estudiantil más enfocado en los derechos humanos que en la política como tal. ¿Por qué cree que ocurre esto? 

En general, la narrativa política en Venezuela desde la última década ha estado enfocada en materias de derechos humanos. Lo que ha pasado es que nosotros vimos que la violación de derechos humanos fue más visible, más sistemática en el gobierno de Maduro, porque es un gobierno juzgado por cometer crímenes de lesa humanidad. 

Por ejemplo, en la generación de los 60-70 la gran preocupación era, como movimiento estudiantil, las desigualdades que comenzaban a aflorar en ese contexto. En los 80-90, el movimiento estudiantil tuvo como agenda principal el mantenimiento o la generación de reivindicaciones vinculadas a derechos económicos y sociales, producto de que el Estado venezolano se había disminuido y había ajustado en proporciones más importantes los recursos, porque se había quedado sin recursos para la universidad. Entonces, eso fue como el principal centro de estos movimientos. 

A principios del siglo 20, la gran preocupación fue la democracia. Pero en este contexto, ante el importante reconocimiento y conciencia de los derechos humanos y ante el hecho de que se ha visibilizado a este gobierno como el gran violador de derechos humanos, la narrativa de derechos humanos a nivel global ha aumentado.

Hoy en día, nuestros estudiantes lo han tomado como indicador y como bandera en su lucha por la defensa de la universidad en general.  

¿Cuáles son los escenarios a largo plazo para la educación universitaria en Venezuela? ¿Podría haber una recuperación?

Es muy preocupante la situación del presente de la universidad, por la manera como el Gobierno ha controlado ocho de cada diez instituciones de educación superior. Y segundo como se ha buscado anular vía asfixia presupuestaria a la universidad que todavía mantiene en su esencia la autonomía.  

Mientras más tardemos en resolver el problema político nacional, más tardaremos en resolver el problema universitario, las consecuencias no están a largo plazo, están hoy. 

Una universidad que no produce conocimiento en términos generales, una universidad que está sobre los hombros de su personal, una universidad cuya infraestructura ha sido prácticamente destruida o en este momento está en una situación muy, pero muy grave. Repito, infraestructura física, pero también la infraestructura académica. 

Si eso se tarda más, nosotros lamentablemente vamos a observar que esas consecuencias se van a maximizar. Pero también la historia que nos regala grandes lecciones, nos permite ver también que la universidad venezolana, o lo universitario como concepto, ha sobrevivido por más de 300 años a la colonia, a la República y sus autoritarismos; a las dictaduras de principios de siglo hasta mitad del siglo. Y sin duda alguna a quienes han tratado hoy en día de hacerse de la universidad, que significa básicamente acabarla. 

Profesores, estudiantes, personas que son invisibilizadas en la historia, decidieron quedarse en su universidad dando clases, aportando para que pudiera existir. Por ejemplo, lo que ocurrió después de los años 60 del siglo 20, con oportunidades de resurgir y oportunidades de volver a tener una universidad como la tenemos hoy en día.

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