Cuentos, leyendas e historias que vivimos y no creerán nuestros nietos

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Foto: Archivo.

Por una cuestión cíclica de la historia, tenemos que analizar y caracterizar que somos el mismo pueblo que salió en febrero de 1989 contra las medidas neoliberales del FMI y Banco Mundial impuestas al gobierno de Carlos Andrés Pérez que se materializó en el aumento del precio de la gasolina a 0,25 bolívares, los mismos que luchamos contra la desnacionalización y privatización de Rafael Caldera con el robo de las prestaciones sociales y la bonificación del salario con la que le fueron escamoteados todos los derechos a los trabajadores porque su objetivo era la flexibilización laboral y el semiesclavismo.

Somos el mismo pueblo que realizó jornadas de solidaridad por la libertad del Comandante Chávez y todos los militares que “participaron” en las rebeliones militares del 4F y 27N de 1992 porque nos sentimos representados en la osadía de la rebelión contra el status cuo de la 4ta república.

Somos el mismo pueblo cuya mayoría eligimos como Presidente a Hugo Chávez porqué su propuesta política se parecía a nuestros sueños, la esperanza por la que lucharon nuestros antepasados aborígenes y nuestros ancestros, en la reivindicación de nuestros derechos históricamente postergados, aunque Chávez cumplió su palabra de reiniciar la Refundación Nacional con la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 y toda una carta de derechos bien pensada para proteger al pueblo muy a pesar de la infiltración sistemática de los caballos de Troya, hoy en el poder.

Somos el mismo pueblo que un día como hoy 13 de abril, luego de una jornada ardua de 72 horas rescatamos a nuestro líder histórico para retornarlo a Miraflores.

Ese mismo pueblo que viene de mil batallas que hoy es perseguido, criminalizado y azotado por grupos parecidos a las SS hitlerianas, sometido a una relación laboral semiesclavista mientras la dirigencia del gobierno y la oposición siguen saqueando nuestros recursos bajo la mirada cómplice de los Poderes Públicos.

Llegó la hora de recuperar la dignidad, la moral y la decencia, llegó la hora de juzgar todo aquel que tiene deuda pendiente con la justicia por haber vulnerado los derechos de todos los venezolanos.

Cada uno de nosotros vive su propia tragedia en el silencio de la intimidad del hogar, de la familia que fue diezmada por los fallecidos antes de tiempo por enfermedades curables y los que tuvieron que huir de su propia tierra para vivir la experiencia del desplazado.

Si en los últimos años la situación se agravó y los responsables de la cosa pública han demostrado su incapacidad, ineficiencia e indolencia, el problema de las sanciones y bloqueo es minúsculo en comparación con las consecuencias provocadas por los hambreadores que todo lo convirtieron en negocios dolarizados para un pueblo de un país rico con uno de los salarios más bajos del planeta.

Si el gobierno es incapaz, ineficiente, carente de moral, ética, decencia y humanidad, es un estorbo, sobre todo porque lo primero que destruyeron fueron las instituciones encargadas de garantizar el bienestar de las familias en materia de seguridad, salud, vivienda y alimentación.

Como pranes se comportan quienes tienen una pequeña, mediana o gran cuota de poder.

La derecha endógena dicta la pauta en materia económica y sino vean la referencia patética de lo siguiente: desde que el gobierno comenzó a pagar un bono equivalente a 30 dólares a los empleados considerados por ellos “estorbo” y a los que consideran “un mal necesario” les pagan un bono equivalente a 100 dólares porque según ellos mismos no hay plata, les estalla el escándalo de 38 mil millones de dólares robados en PDVSA, pero el detalle significativo es que, desde que comenzaron a pagar estos bonos equivalentes al dólar para la administración pública, ni el BCV ni los paralelos han vuelto a aumentar porque ellos mismos manipulan el cambio como parte del negocio de la minoría integrada por la dirigencia del gobierno y la oposición.

El asunto es que la autoridad moral ya se perdió igual como ocurrió con la credibilidad y confianza porque el inicio con bombos y platillos del operativo caiga quien caiga al parecer se les está convirtiendo en “una papa caliente” por aquello del ver para creer, no hay voluntad para ir al extremo de la justicia, porque el prestigio de los investigadores y organismos encargados de la acción penal está por el fango subordinados a los principales culpables y responsables no solo de lo que se ha dicho sino de todo lo que aún permanece oculto, aunque todo al final siempre se sabe.

¿Por qué no se pasean por los lugares comunes donde hacen vida los viejos y nuevos ricos? Nadie en su sano juicio puede negar que estamos ante una situación muy compleja y contradictoria portadora de todas las condiciones objetivas y subjetivas que provocaron la rebelión popular de 1989 y las rebeliones militares de 1992 agravadas, muy agravadas porque aunque en otrora había ladrones como ahora, aquellos cuidaban las formas, rallaban el queso y lograron instaurar aquello “del no me des nada, pónganme donde hay” los nuevos delincuentes son miserables, indolentes y peor aún, pretenden continuar en el poder conscientes de que son un estorbo para la paz y seguridad de nuestra pueblo, ojo que no estoy justificando a nuguno de los bandos.

Por último y fuera del tema, considero importante decir lo siguiente: siempre aparecen los piratas del ciberespacio tratando de vulnerar nuestra seguridad y privacidad en el 2.0 para silenciar nuestro sagrado derecho a equivocarnos y al ejercicio del pensamiento crítico, varias veces he tenido que enfrentarlos, por la misma razón estoy usando una configuración de seguridad especial y todas mis cuentas en todas las plataformas y redes sociales tienen un solo nombre de usuario: soy @edwinviene en toda la web.

¡Hasta la victoria siempre!

Edwin Martínez Espinoza es columnista de Aporrea. @edwinviene

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