Editorial: La actividad minera vulnera los derechos de la mujer

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Cuando hablamos de la mujer en el contexto minero, en lo que se conoce como Arco Minero del Orinoco, hablamos de miles de historias de madres, hermanas, hijas o de tías que salen cada día a ganarse la vida en alguno de estos oficios que se han constituido en torno a la actividad minera.

Cada día con más frecuencia muchas mujeres, e incluso niñas de a partir de los 11 o 12, años viven una situación de vulneración y potencial vulneración a sus derechos humanos, especialmente los civiles.

Hablamos también del auge de la violencia que finalmente en los casos más graves se materializa en femicidios, como los ha mostrado organizaciones como Codehciu que habla más de 20 femicidios en el estado Bolivar, la gran mayoría asociado a situaciones de violencia que se generan en el marco de la vida en la mina.

Es importante también tener en cuenta que cuando hablamos de violencia en la mina, no solo se refiere a las mujeres que trabajan en algún oficio en las minas, sino también de mujeres que viven en círculos de violencia.

Por ejemplo, aquellas mujeres que tienen una pareja o familiares que tienen alta influencia en este ambiente tan violento o la alta presencia de grupos armados que operan sin ningún tipo de restricciones y que además no les interesa ocultar su participación en estos hechos.

Asimismo, se trata también de contextos que si bien es cierto que el poderío de estos grupos armados no van orientados a buscar vulnerar a la mujer, si generan contextos riesgosos para las mujeres.

Pues en este tipo de ambiente, la mujer se ha vuelto una especie de ficha de servicio para las necesidades de los hombres que también trabajan en estas minas, como lo es cocinar, lavar o limpiar, y hasta la prostitución.

Esta es una realidad de vulneración tanto física como emocional, una situación que afecta drásticamente la dignidad de las mujeres  y que seguirá mientras se mantenga este negocio tan perverso: la actividad minera en el estado Bolívar.