Este sábado 28 de agosto el ejército de Estados Unidos bombardeó con un dron una base de un grupo yihadista del Estado Islámico en Nangahar, Afganistán.
Parte de la minuta oficial informó que «el ataque aéreo no tripulado se produjo en la provincia afgana de Nangahar. Los primeros indicios apuntan a que hemos matado al objetivo».
Por lo pronto, no reportan víctimas civiles ni militares. Esa es la primera respuesta del gobierno de Joe Biden tras el ataque que se atribuyó Khorasan (EI-K) del Estado Islámico el jueves 26 de agosto cerca del aeropuerto de Kabul. En ese evento murieron 12 militares estadounidenses y al menos otros 15 salieron heridos.
Luego de las 3 explosiones registradas entre el jueves y el viernes en Kabul, capital del país, autoridades norteamericanas urgieron a sus connacionales a abandonar «inmediatamente» las inmediaciones del aeródromo.
«Debido a amenazas a la seguridad del aeropuerto de Kabul, continuamos aconsejando a los ciudadanos estadounidenses que eviten acudir al aeropuerto», dijo la embajada estadounidense. Esto, ante el temor de nuevos ataques.
Fuentes del nuevo gobierno talibán confirmaron a medios internacionales que la cifra de fallecidos supera los 170 y más de un centenar de heridos.
Con información de agencias internacionales.