Con esta idea inspiradora inició el P. Rafael Garrido, Superior de la Compañía de Jesús en Venezuela, su disertación en la misa por los 66 años de Fe y Alegría este viernes 5 de marzo.
Flanqueado por dos jesuitas apasionados también por el Movimiento, Manuel Aristorena, actual director general, y Joseba Lazcano, el principal «biógrafo» de Fe y Alegría, Garrido remarcó que la celebración de estos 66 años «nos habla de la posibilidad de la locura, sabemos lo que de locura tuvo aquella iniciativa de empezar en un espacio pequeño y sin recursos pero con mucho carisma, con la preocupación centrada en la gran necesidad de emprender procesos educativos y con la fe puesta en esa locura de la cruz de la que nos habla San Pablo y que nos recuerda que no hay nada imposible para Dios».
Para el Padre Provincial la historia fructificadora del Movimiento nos habla de la esperanza del futuro, de la capacidad de soñar un mundo mejor.
No desestimó en sus reflexiones las situaciones extremadamente complejas y difíciles de solucionar que actualmente también confronta Fe y Alegría «pero también con mucha gente preocupada para que esta labor no pierda su esencia y se siga multiplicando».
Por esta razón, se afinca Garrido, son muchos más los aliados que se necesitan porque los frutos se darán en la medida en que la siembra sea abundante.
Considera que en el país se está en un momento de siembra «y por eso hay que escoger muy bien la semilla y preparar con toda dedicación el terreno, esto significa que hoy más que nunca hemos de ser concientes de que la labor educativa pasa por una exigencia de calidad que le imponga impronta al servicio que se ofrece».
Sabe que proponerse alcanzar este desafío en medio de estas adversidades también supone apostar, otra vez, por la locura «porque no es fácil mantenerse, proveerse de alimentos, tener paz en la resolución de los servicios básicos».
Pero más allá de rendirse, el jesuita invita a no renunciar a la exigencia de ofrecer una educación de calidad «que es lo que nos caracteriza para una promoción social transformadora que también queremos impulsar».
Somos Todos Maestros
Sobre el lema de este año en Fe y Alegría el sacerdote se lo apropia y afirmó que hay que valorarlo desde dos perspectivas.
La primera tiene que ver con el aprendizaje obtenido a lo largo de estos 66 años «y especialmente en este tiempo de pandemia destacando la importancia que tiene en el proceso educativo cada actor, tanto en los centros educativos como en los hogares».
Por ello resalta el trabajo desde las personas que reciben en las puertas de las instituciones, los que mantienen limpios y agradables los espacios en las escuelas, los maestros, el personal administrativo, los representantes y por supuesto los estudiantes.
Su segundo planteamiento estuvo referido a la «mirada especial» a esas personas que con su vocación docente aportan desde sus vidas para que podamos tener la posibilidad de crecer y desarrollarnos a través de la educación.
Y no tiene dudas de que esa «mirada» pasa por la dignificación de la profesión docente «tan golpeada y maltratada pero que se resiste ante la indolencia de los responsables de las políticas educativas».
En ese horizonte dignificador alabó el retorno de la rifa de Fe y Alegría aunque animó a sumar más iniciativas de apoyo a los docentes «para poder tenerlos presentes en nuestros colegios».