El asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora causó dolor, indignación e impotencia entre la comunidad de Tarahumara, México. Los religiosos piden justicia.
El obispo de la Diócesis de la Sierra Tarahumara, Juan Manuel González, señaló que el Gobierno solo no puede resolver el problema de violencia.
“El problema se resolverá con la participación de todos, invito a todos los actores sociales a velar por la seguridad y bien de la gente”, dijo.
Adiós a los sacerdotes
Los cuerpos de los dos sacerdotes jesuitas asesinados hace una semana, Javier Campos y Joaquín Mora, fueron enterrados este lunes 27 de junio.
El lugar escogido fue en el atrio de la iglesia donde recibieron los balazos mortales, en la comunidad de Cerocahui, en el norteño estado de Chihuahua.
«En la sierra Tarahumara llevan décadas esperando la paz. Debemos caminar juntos hacia la construcción de la paz», dijo en el entierro el sacerdote Jorge Atilano.
Los restos mortales de los padres «Gallo» y «Morita», como cariñosamente los llamaban los tarahumaras, llegaron el domingo a Cerocahui desde la comunidad de Creel.
Asimismo, residentes de la cultura tarahumara danzaron de una forma para alejar a los malos espíritus, a través de un ritual ancestral.
La iglesia de Cerocahui fue purificada siguiendo un ritual en el que las tradiciones indígenas se encuentran con el catolicismo.
Reacciones
Este crimen ha desatado reacciones de dolor y de condena dentro y fuera del país, como las del papa Francisco, quien lamentó que haya «tantos asesinatos en México».
La comunidad jesuita en México destacó que al menos 7 sacerdotes han sido asesinados durante la administración de López Obrador.
Distintos sectores, incluidos religiosos, han reclamado al presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador modificar su política de seguridad, quien rechaza estas críticas.
Según cifras oficiales, México es sacudido por una ola de violencia ligada al narcotráfico. Más de 340.000 personas han sido asesinadas desde diciembre de 2006.
El dato
El atacante fue identificado como José Noriel Portillo, apodado «El Chueco», de 30 años, ya era buscado por el asesinato de un turista estadounidense en 2018.