Tenía varios títulos académicos, era reconocido y apreciado en el país por su pasión por Venezuela y sus acertados análisis. Ocupó importantes cargos directivos, era el actual rector de la Universidad Católica Andrés Bello e incluso lo juramentaron hace unos días para un nuevo periodo. Pero todos lo llamábamos Joseito, nombre que expresa sencillez, cercanía, cariño.
Hombre de pueblo, nunca se dejó seducir por los honores y títulos. Permaneció fiel a sus raíces y por ello todos sus aportes y análisis partían de tratar de aliviar el sufrimiento de ese pueblo que era también su sufrimiento.
A Joseito le dolía Venezuela y se entregó con pasión a sanarla porque soñaba con una Venezuela próspera y productiva donde todos pudiéramos vivir con dignidad y nos respetáramos como ciudadanos y hermanos. Su pasión por Venezuela y su cercanía al pueblo lo hizo un gran aliado de Fe y Alegría.
Incluso en los últimos años trabajaba con ahínco por una articulación cada vez mayor y más profunda entre la universidad y Fe y Alegría, para así ser más eficientes y eficaces.
Adiós, Joseito. Te fuiste de repente porque quisiste que incluso tu propia muerte fuera una expresión callada y de sencillez. Descansa en paz y sigue trabajando ahora ya sin cansancio por hacer realidad tus sueños, que son los nuestros.
