Ruby trabaja en casas de familias, pero desde el anuncio de la cuarentena social, quedó sin trabajo.
Esta situación la preocupa y entristece. No solo piensa en ella; también piensa en todas las mujeres que están en su situación: sin trabajo, agobiadas y con hambre.
Dijo “muchos quedamos sin trabajo, como en mi caso. El poco dinero que tenemos no alcanza, todo está más caro, pero peor son los que tienen hijos que les toca salir a la calle a hacer cosas graves para alimentarlos”.
Una gran cantidad de mujeres venezolanas se gana la vida como empleadas domésticas o niñeras en Colombia y Venezuela, pero la emergencia humanitaria por el virus las ha dejado sin empleo
Muchas han retornado al país con las manos vacías, llegan a los albergues por un lapso de 15 días para garantizar que no estén contagiadas del virus. Sin embrago, lo que más les preocupa es cómo sobrevivir a una cuarentena sin dinero en los bolsillos.
La preocupación es su fiel compañera.
“La comida está cara y la cuestión es cómo conseguir la plata. Ya mucha gente solo está comiendo plátano nada más”, lamenta.
Llegar a las mujeres más vulnerables
Ruby exige una cuarentena con garantías de no morir de hambre.
Para ella, “así como llegan casa a casa preguntando si hay algún enfermo, que pasen dejando comida. El que no tenga pesos, que pague en bolívares. Tienen que ayudar a las más vulnerables porque esto va para largo”.
Muchas empleadas domésticas en la frontera Colombo-venezolana quedaron desamparadas, sin un arreglo, sin garantías de recuperar sus empleos y sin un sistema que les garantice por lo menos un plato de comida al día.