La mayoría de los venezolanos ya está pegando el grito al cielo. Y esta vez no es tanto por la pandemia del COVID-19. Tampoco es por la cuarentena que le ha tocado vivir ya en sus 37 días.
En esta ocasión los clamores suben hasta el mismísimo Dios por los altísimos precios de productos y víveres que ya en varias regiones del país se comienzan a sufrir.
A través de Radio Fe y Alegría Noticias el señor Facundo denunciaba desde Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, que un kilo de queso ya cuesta por esos lares 700 mil bolívares. Igual precio tiene un cartón de huevos.
Y la carne no se baja de los 600 mil bolívares el kilogramo.
En la Guajira venezolana y por los llanos apureños de El Nula y El Amparo se patenta la misma realidad. Los precios de la comida están inalcanzables. El salario mínimo actual de un trabajador venezolano es de 250 mil bolívares, sin incluir el cesta ticket de 200 mil bolívares. Es decir, tres veces menos que un kilo del blanco.
El economista José Guerra ha revelado que con el disparo hacia del precio del dólar, en Venezuela el salario básico cayó a menos de dos dólares. 1,84, para ser exactos.
La divisa norteamericana sigue usándose como patrón de referencia para fijar los precios de productos, artículos, bienes, insumos y servicios en nuestro país.
Las dos primeras semanas de abril el dólar ha tenido un repunte exponencial y esto ha repercutido en la escalada de precios.
Sin clap, sin dinero y sin gasolina
Estos son los otros elementos que terminan de configurar este complicado panorama.
También de esas zonas donde ya se hacen incomprables el queso, la carne, los huevos y los víveres como el arroz, pasta y azúcar, los usuarios reportaron de igual modo que no se consigue gasolina para salir a hacer diligencias de primera necesidad.
Denuncian, por el contrario, en el caso de la frontera de Apure con Colombia, que este aislamiento social «lo que ha beneficiado es a los bachaqueros de la gasolina…no hay para el pueblo pero sí los militares y los contrabandistas».
También se están vaciando los bolsillos y las tarjetas de débito. Ya no quedan fondos para comprar los necesario. La pobreza tiende a agravarse.
Desde el gobierno nacional, el presidente Nicolás Maduro asegura que tiene todo bajo control. Se justifica en anunciar que en este mes de abril ha depositado varios bonos a través del carnet de la patria con montos que no superan los 300 mil bolívares cada uno.
Por otro lado, dice garantizar suministro de combustible para los sectores priorizados en el decreto de alarma nacional. Sin embargo, la situación real indica que hasta estos servidores públicos y transportistas también confrontan serios problemas para movilizarse en sus vehículos.
El mandatario sigue alegando que las sanciones económicas de Estados Unidos contra funcionarios del alto gobierno, incluyéndole, continúan bloqueando la llegada de ayuda humanitaria, financiera y de combustible al país.
Los opositores desmienten a Maduro. Pero hasta los momentos, ninguno de los sectores ofrecen soluciones reales y oportunas a los ciudadanos que siguen viendo cómo se va menguando su calidad de vida en medio de esta pandemia.