El gobernador del estado de Texas, Estados Unidos, Greg Abbot, ordenó el uso obligatorio de tapabocas en el estado.
Abbot informó que con la medida espera frenar el avance de la enfermedad sin recurrir a un nuevo cierre total de la economía.
«Usar la mascarilla nos ayudará a mantener Texas abierta», dijo el gobernador, agregando que quienes no la usen tendrán una primera advertencia antes de ser multados por hasta 250 dólares.
Hay algunas excepciones a la regla, entre las que cuentan los niños menores de 10 años, aquellos con complicaciones respiratorias que impidan el uso de tapabocas, quienes estén consumiendo alimentos o haciendo ejercicios al aire libre.
«Déjenme ser claros, nadie puede ser puesto en prisión por violar esta práctica de seguridad», agregó.
Abbot recordó a sus ciudadanos que la COVID-19 no se ha ido y que, al contrario, «se pone peor». El estado alcanzó un récord de más de 8 mil casos de nuevo Coronavirus en un día el pasado miércoles, un aumento de 2 mil 400 respecto a los quince días anteriores.
De hecho, el mandatario advirtió que el sistema hospitalario de la región está cerca del colapso, por lo que llamó a los ciudadanos a usar el sentido común.
«Estamos en un punto donde el virus se está propagando tan rápido que nos deja muy poco espacio para los errores», exclamó.
Un paso atrás en la desescalada
El estado de Texas fue uno de los primeros en relajar las medidas de cuarentena implementadas para frenar la epidemia.
La orden de aislamiento voluntario expiró en la región el 30 de abril y los comercios empezaron a trabajar entre el 50% y el 75% de su capacidad.
Sin embargo, tras el polémico incremento, Abbot decidió retroceder, ordenando el cierre de todos los bares y limitando la capacidad de atención de los restaurantes al 50%.
