Un ejemplo de que papá ama

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Papá Levis Villegas - Una historia del Día del Padre
Foto: Gissell Villegas / Radio Fe y Alegría Noticias.

Todas las familias tienen historias y experiencias diferentes, pero hoy, 19 de junio Día del Padre, hablaremos de la historia que conocí hace un par de años y que representa todo lo que haría un papá bondadoso y lleno de amor por sus hijos.

A Gissell Villegas la conocí hace más de cinco años en los pasillos de la universidad. Aunque hablábamos un par de veces, no fue sino hasta 2019 cuando hablé con ella en compañía de unos amigos y dos tazas de café. Ahí supe el motivo que le hacía ser tan distinta a los demás.

Digamos que Gissell es una chica demasiado independiente, espontánea y con una energía inigualable. Su cabello rizado cambia de color cada año. Ayer fue amarillo, hoy rojo; mañana quizás negro de nuevo. Lo que no cambia es su carácter, el cual es idéntico al de su padre.

Su papá, Levis Villegas, un señor moreno, alto —no tanto como su hija—, con facciones masculinas muy marcadas, que denotan la experiencia marcada por el tiempo. Tiene 68 años y lleva 11 años siendo soltero. 

Soltero no porque quisiera, sino porque la vida le arrebató al amor de su vida, la mamá de Gissell y de su hermano Levy Daniel Villegas. Falleció a causa de una enfermedad. Educó a sus hijos durante varios años. Hasta lo más que pudo.

Perder a mamá tan joven debe ser el dolor más grande que se pueda sentir. Yo no sé lo que se siente, pero puedo ver que papá Villegas trató de llenar en sus hijos ese vacío, aún desde su propio duelo. 

¿Qué no haría un papá por sus hijos?

El señor Levis no es de derrochar mucho cariño. Es franco y de pocas palabras. Tiene un temple fuerte que se debilita con un abrazo de sus hijos.

Ha visto a sus hijos crecer y volverse los adultos que quiso y le pidió a Dios que fuesen personas educadas y trabajadoras que obran bien.

Cuando conversé con él recordó con añoranza lo que fue criar a sus hijos sin mamá. 

«Yo pensé: ¡Cónchale, ¿Qué voy a hacer ahora?! Me llené de fortaleza y pa’ lante», contó con palabras que delatan su nacionalidad. —me ha tocado usar eufemismos en esta oportunidad—.

Ver a sus hijos sufrir le bastó para darse cuenta que tenía un camino que seguir, que debía estar siempre para Gissell y Levy.

Como trabajaba a kilómetros de distancia de su familia, en Mene Grande, pueblo ubicado en el municipio Baralt del estado Zulia, le tocó buscar alternativas para trabajar desde Maracaibo, donde sus hijos con 12 y 18 años ya tenían una vida social establecida.

La cocina no era su fuerte

Cocinar nunca fue su don, pero lo hacía con amor. «Ellos no comen la comida que yo hago, solamente las caraotas —admitió en tono de risa—. Yo les decía: bueno, hagan ustedes la comida».

Su hijo mayor le «sacaba las manos y las patas del barro». Cocinaba a veces para todos y en ocasiones las tías de los niños estaban ahí para ayudar.

Levis tuvo que hacer sacrificios, trabajar mucho para pagar los estudios de sus hijos, darles lo mejor y todo lo que necesitaban sin desprenderse de su lado.  «Yo estaba con ellos pa’ arriba y para abajo», dijo.

Las labores de casa las hacían entre todos mientras papá también llevaba el dinero y el pan a la casa. Esto sin importar cuánto peso sostuvo, cuánto esfuerzo y trabajo requirió pasar. Ahí estuvo siempre dando lo mejor de sí.

«Vivimos tiempos críticos en los que yo no caí en cuenta que papi económicamente estaba mal», confesó Gissell. 

Pese a los tiempos nublados, papá nunca defraudó, «absolutamente todo lo que yo le pedía me lo cumplía», dijo. 

«Por mi hermano hizo todo lo posible para que se fuera del país. Le pagó el pasaporte, los papeles, le prestó para irse», agregó.

Papá siempre estuvo incondicionalmente y brindó el apoyo cuando mamá hacía tanta falta. Su ímpetu se mantuvo para no demostrar flaqueza frente a sus hijos. Eso lo hizo ser un hombre duro, de poco mostrarse vulnerable.

«Tenemos un padre excelente. A pesar de que no es muy afectivo, es muy sentimental. Nos demuestra con hechos más que con palabras que nos ama», afirmó Gissell con voz solloza. 

En mi opinión, qué duro ha de ser cuando los recuerdos vienen acompañados del llanto, pero no has de llorar para que los seres que más amas vean siempre una sonrisa con que alimentar el alma. 

El amor de un padre a su hija

Muchas niñas crecen admirando a papá. Gissell es una de esas niñas.

Su papá le dio siempre lo que una niña espera recibir del cariño de papá: tiempo, confianza y dedicación. Todo lo que Gissell dice que debe dar un padre para involucrarse y recibir el cariño de sus hijos.

El día que Gissell nació su papá la esperó sin ansias. Ya tenía experiencia con su hijo, pero al segundo que la vio dijo: «¡Vértale, catirita la muchachita! Está bonita».

Durante la edad más temprana de Gissell, su padre no la «lidió mucho», como dijo. Mientras ella era rebelde, le hacía travesuras y «le sacaba canas verde» a su mamá, su padre no hacía más que reírse; hasta el día que le tocó encargarse por completo de su crianza. 

«No fue fácil, pues ella tenía un carácter muy difícil», —de nuevo usando un eufemismo para suavizar—. 

«Cuando yo estaba en Mene Grande me la traía enseguida cuando se ponía papi, papi… ahí descubrí que era rebelde y todavía es. Gissell siempre me sacó la piedra. Eso era una pelea con su hermano», contó.

Con su crecimiento fue llegando la calma, las travesuras quedaron atrás. Mamá no estaba para ver esa evolución de la pubertad, los problemas de la adolescencia. Así que fue papá quien tuvo que instruir sobre los temas y preocupaciones de esa etapa tan especial. Pero no lo hizo solo, sus hermanas lo ayudaron.

«Cuando le llegó el periodo, me llamó —quedó atónito—.  Ella estaba en Coro (estado Falcón) con su tía de vacaciones y yo llamé a mi hermana para que me orientara en eso», relató.

Levis fue un padre preocupado por su hija que intentó hacerle su proceso conforme y natural. Le ha acompañado en todas las experiencias, nunca le defraudó, siempre le expresó su amor, lo especial que es, lo inteligente y maravillosa persona que se convertiría. Papá le secó sus lágrimas, la acompañó a ver películas, a ver el juego, a bailar. Nunca la limitó a ser ella.

Hoy en día Gissell es la persona que es gracias a su papá. Ella se lo hace ver y se lo agradece cada día de su vida en el que le sirvió de refugio ante la partida de su mamá. 

Le alegra saber que su papá confía mucho en ella, que la ama tanto y no deja de demostrárselo a diario.

«Acabo de ver al amor de mi vida. Le di un beso, un abrazo y le dije: ‘hola papá'», escribió la versión de Gissell, de 13 años, en sus redes sociales un 16 de enero de 2012.

Papá tiene algo que decir

Hay veces que la vida te presenta circunstancias tan duras que crees que es el final. En ese instante la mente te da el tráiler más mágico y sensorial que puede existir. 

Es allí cuando los padres le regalan a sus hijos la reflexión más sincera que pueden desprender de su corazón y Levis quiso decirle algo a sus hijos si algún día le toca partir al lado de su esposa.

De papá Villegas: «Sigan adelante. Ante cualquier tropiezo en la vida sigan adelante. No miren para atrás (…) y sean firmes en sus decisiones».

También quiso decirle a todos los hombres del mundo que sean el mejor papá que tus hijos desearan tener.