¿Quién dijo que toda la nueva generación de jóvenes está en su peor momento?
Meses atrás hablamos de cómo jóvenes de Venezuela empezaron a hacer un ‘trend’ en la red social TikTok para expresar su pena de no haber podido cumplir sus sueños por nacer cuando llegó Hugo Chávez al poder. Pero hoy hablaremos de ese porcentaje de jóvenes que luchan insaciablemente por alcanzar sus objetivos. Esta es la historia de Virginia, Luis Enrique, Alexandra y Wylkerson, cuatro de tantos ejemplos de luchadores-soñadores que hay en las calles del país.
Dibujar un sueño
Virginia Sarmiento fue una niña con grandes habilidades en el dibujo y la pintura. Se convirtió en una maestra de arte para niños que ama patinar, tomar fotos y escuchar música mientras hace manualidades.
Desde su casa lleva su pequeño emprendimiento que desea convertir en un negocio rentable de venta de accesorios combinado con vender la experiencia increíble de sentarte a comer los postres más maravillosos que el paladar de alguien haya probado.
Con 18 años tiene claras sus metas. La primera de ella es graduarse como bilingüe y la segunda y más importante hasta ahora: egresar como diseñadora gráfica.
Para Nia, como la llaman sus amigos, su “mini yo” estaría muy orgullosa de ella porque a pesar de las circunstancias y malos ratos que ha pasado, ha logrado salir adelante.
En su ya mayoría de edad ha aprendido a cumplir con sus responsabilidades del hogar, lidiar con el estrés y el sentirse mal, así como sortearse la vida para pagar sus estudios. Esto la hace creer mucho que más que el esfuerzo, es el camino para llegar a abrir la puerta de los sueños cumplidos.
“Desde pequeña he sabido mantener mi sonrisa, a pesar de que a veces todo se torna un poco difícil… Siempre veo o busco verle el lado positivo a las cosas y encontrar una solución, no solo en mí, sino también en las personas que me rodean. Una vez un chico me comentó que le gustaría ver las cosas como yo o mantenerse positivo. Allí es cuando trato de motivarlos aún más y hacer vera los jóvenes que la vida pasa en un abrir y cerrar de ojos. Un día despertarás y tu piel será arruguitas, así que trata de construir una vida que recordarás. Las cosas no son fáciles, pero no imposibles”.
La crisis significa oportunidad para los jóvenes
“Las crisis son oportunidades mismas”, repitió tres veces Luis Enrique Piña, un joven oriundo de un caserío del que quería escapar para cumplir sus anhelos de vivir en la gran ciudad y convertirse en un gran locutor.
La radio y la televisión son su pasión, la cual deja ver todos los días en sus historias en Instagram y estados de WhatsApp donde demuestra que le encanta usar su voz porque desde que la aplicación agregó notas de voz en los estados no deja de subir, al menos, una al día.
Luis Enrique es un joven aventurero, no le teme a esos pensamientos que dicen “¿y si pasa algo y no te va bien?”. Es un valiente de corazón que dejó a sus 18 años su pueblo y marchó con bolso en su espalda hasta Maracaibo para estudiar Comunicación Social en la Universidad del Zulia, pero eso no le bastó. Quería conocer Caracas, la ciudad de los grandes artistas, así que volvió a tomar su mochila, se subió a un autobús y llegó a donde quería, sin imaginarse que allí se establecería porque cree que su talento merece estar en las grandes cadenas de televisión y radio.
“Ya no es sueño porque estoy tratando de convertirlo en realidad”, así habla sobre su deseo de ser locutor que cumplirá en tan solo tres meses.
Mira al pasado y no se lo puede creer, pues desde jovencito empezó a acompañar con su voz a la gente, en algunas emisoras donde le dieron la oportunidad de estar, aún cuando dice que era “menor de edad”. Agradece enormemente a Dios por ello porque así pulió desde temprano su gran talento: cautivar con la voz.
Aunque parece que Luis ha vivido cosas lindas, también ha pasado momentos grises. A estos tiempos él los llama “oportunidad”.
“La palabra crisis significa oportunidad. Para mí las crisis son oportunidades porque en ellas, en lo incómodo o no tan agradable, se forja el carácter”.
“Yo no soy una personalidad célebre, pero quiero llegar a serlo… quiero que en mi biografía siempre quede claro que yo nací en Dabajuro, pero también soy de Buchivacoa… porque allí viví y mi familia está allí. Yo vengo de una zona rural donde solo hay una graduada universitaria. De allí salí yo y me estoy formando. El miedo de la gente no es salir a buscar los sueños, sino creer en sí mismos, superarnos como personas y ser profesionales, creer que pueden llegar a ser grandes o estar en una mejor posición económica. Yo decidí romper esos paradigmas, creer en Dios, en mí mismo; y a pesar de las vicisitudes, ir detrás de lo que quiero, por lo cual no voy a descansar hasta conseguirlo, ignorando las tantas veces que me dijeron que no puedo o porque no tengo dinero no puedo llegar a ser quien quiero mañana”.
El atrapasueños
Puesto en el respaldo de su cama está ese atrapasueños en el que tanto cree Alexandra González, una joven de 24 años que se volvió maquilladora profesional luego de dejar de desfilar y poner en pausa su carrera de modelo.
Con plumas y en azul está decorado ese objeto tan apreciado en el que Alexandra cree que puede confiar su sueño de graduarse como comunicadora social. No ha sido fácil para ella perseguir este deseo, pues la crisis económica ha interrumpido su mayor anhelo. Aún así, confía en que podrá seguir trabajando hasta reunir para pagar sus estudios.
Da clases de maquillaje en una reconocida institución de formación en Maracaibo, Zulia. Allí ha servido de ejemplo para decenas de niñas que quieren emprender un negocio como el suyo en esta área de la belleza. Además, cuida niños de vez en cuando para con ello contribuir en su casa.
Cada día que llega a casa de trabajar y cae la noche, agradece por su vida y la oportunidad de crecer, y ruega a su Dios, el dueño de su universo, colgar en la pared de su casa su título universitario, porque aunque sabe que puede llegar a ser una de las mejores maquilladoras, nada le quita las ganas de decir que es comunicadora egresada en su país Venezuela, como siempre lo hace en sus sueños al dormir.
“En mis sueños siempre me digo: lo soñaste, lo trabajaste, venciste las adversidades, lo conseguiste. Ahora vamos por más…”.
Alexandra tiene algo más en su corazón y es su capacidad de pensar en el prójimo. Sabe lo duro que es cumplir los sueños en este país; por tanto, se encarga de ayudar en ese proceso llevando un poco de felicidad a los niños de comunidades vulnerables, niños y niñas con discapacidad y con cáncer en su fundación Gotas de Amor. En muchas ocasiones ha entregado sus ahorros para cumplir el deseo de alguien más.
La mejor carrera del mundo
Un barquisimetano se mudó a Maracaibo para gritarle al mundo en dos años que se graduó en la “mejor carrera del mundo”: Odontología.
Más que un sueño, para Wylkerson Serrano su profesión se trata de una labor social a la que se quiere dedicar el resto de su vida. Con esto quiero decir que su mayor deseo no es graduarse como odontopediatra, sino ver sonrisas lindas con dientes sanos y limpios a donde quiera que vaya, sobre todo en las comunidades más vulnerables de Venezuela. Y quiere ser él mismo quien demuestre rostros sonrientes a través de la fotografía, una pasión que siente desde que tiene uso de razón.
“Desde que soy un niño soñé con estudiar odontología y ahora… soy un embajador de sonrisas. Ese niño que soñaba con ser un profesional tiene un Wyl que actualmente estudia y se esfuerza. Sin duda ese niño está orgulloso del Wyl actual”.
Wylkerson en esta nota comparte un mensaje final para los jóvenes que se sienten desasistidos y sin esperanzas de crecer: “Sin duda, la oportunidad de seguir adelante y brillar está. Que nadie apague tu luz. No desesperen y no se espanten con todo lo que puedan estar pasando. Recuerden que todo pasa. ¡Dios no se muda, siempre está con nosotros! Sigan sus sueños, hagan el bien, ayuden a los demás, sean amables y sonrían… Yo siempre llevo una sonrisa y me gusta mostrarle a las personas que hay un Cristo joven y vivo en mí”.
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