Espiritualidad. Sábado 9 de mayo de 2020.
Por Alfredo Infante SJ.
San Ignacio de Loyola insistía a sus amigos «el decir ayuda al sentir». ¿Qué quería decir este gran Santo con esta frase? Era un consejo para la vida diaria, porque las conversas que tenemos cotidianamente nos pueden animar a afrontar la adversidad o, por el contrario, nos pueden quitar las energías y deprimir. La palabra tiene poder, puede dar vida o quitar la vida. Nos puede ayudar a estar de pie, o a estar postrados con la cabeza gacha. Dicen por ejemplo, que si siembras en tu jardín dos plantas de la misma especie, y a las dos le pones agua, abono, y todo lo que ellas requieran para su crecimiento, pero a una le dices cosas bonitas, de ánimo, y a la otra le dices cosas duras, agresivas, el resultado será que al cabo de unos días a la que le hablaste positivamente vivirá y embellecerá, y la otra, a la que maltrataste verbalmente, se marchitará. Lo mismo pasa con nuestro corazón, se marchita, pierde energía vital, cuando nos repetimos a nosotros mismos cosas negativas, o cuando nos exponemos constantemente a conversaciones grises, oscuras, empantanosas, sin propósito constructivo. En este tiempo de cuarentena, aprende a poner límites a las conversaciones no constructivas, alimenta los espacios de conversaciones gratas, que ayudan y fortalecen. San Ignacio de Loyola hablaba de «conversaciones edificantes» porque estaba convencido de que «el decir ayuda al sentir». Sagrado corazón de Jesús, en vos confío.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.