Oración de la mañana. Domingo 20 de noviembre de 2022.
Por Mireya Escalante.
¡Qué Rey! (Lucas 23, 35-43)
La palabra de hoy nos describe una escena conmovedora, hay un hombre desnudo, colgado en una cruz sufriendo una tortura indescriptible, solo por ser consecuente con su mensaje de amor.
¡Esa sociedad del momento nunca entendió en qué consistía salvarse! No era cumplir reglas, no era conocer las escrituras, era ser misericordioso con el más débil, con el enfermo, con el pecador. Había que matar ese mensaje.
Mientras agonizaba, este hombre oye la burla de los jefes, de los soldados…
También nosotros muchas veces nos burlamos de lo que no entendemos.
El pueblo en ese momento, simplemente miraba.
Igual nos pasa, ante la injusticia actuamos como mirones de palo, o pasamos de largo, como los que dejaron al Samaritano herido al borde del camino.
Solo uno, que sufría una condena y moría a su lado, quién sabe por qué razón, lo respetó. No sabía quién era, pero veía a alguien muy vulnerable que era vejado y reclamó dignidad para él.
Y Jesús le dijo, hoy estarás conmigo en el paraíso. Ese se salvó.
Así celebramos hoy la fiesta de Cristo Rey, el del amor, no del poder.
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