“Venezuela tiene la particularidad de jugar con los sentimientos”

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Foto: Agencias.

Hay fotos que te pueden remover toda tu historia. Lo que fuiste, lo que eres, lo que pudiste ser, lo que extrañas y lo que amas.

La BBC publicó una el 30 de abril que provocó todas estas emociones en Heverlín. En ella aparecían dos señores, en medio de un grupo de militares. Uno hondeaba la bandera de Venezuela y otro hablaba por teléfono mientras sostenía un machete.

Habían pasado pocas horas desde que Juan Guaidó, Leopoldo López y poco más de 20 militares sublevados aparecieron en las inmediaciones de la base aérea La Carlota, en Caracas, listos para activar “la etapa final” de la denominada Operación Libertad, cuyo fin era derrocar a Nicolás Maduro.

“Eso parecía el tráiler de una película”, dice esta joven periodista desde Quito, quien confiesa que le duele hablar de su país. “Venezuela tiene la particularidad de jugar con los sentimientos, estés dentro o fuera del país. Cada vez que parece que habrá un cambio uno se emociona, aunque sea lo más mínimo. Uno piensa que ahora sí, que ya es hora. Como nos pasó en algún momento con Óscar Pérez, con todos los que protestamos, con cada pequeña cosa que parecía ser parte del cambio que todos queremos ver”.

Ese martes se escribieron miles de mensajes en redes sociales de venezolanos en el exterior que huyeron de la crisis económica, política y social en la que se encuentra sumergida la nación con las reservas petroleras más grandes del mundo. En sus publicaciones se reflejaba angustia, ansiedad, esperanza.

Pero Heverlín siempre ha sido pesimista. A tempranas horas de aquel madrugonazo se dijo a sí misma que no pasaría nada, aunque anhelaba que sí, “porque hasta cuándo”.

Cuando cayó la tarde, 25 oficiales rebeldes pidieron asilo en la Embajada de Brasil, López hizo lo propio en la de España, Guaidó se ocultó durante varias horas y Maduro afirmó que había vencido un Golpe de Estado.

Aunque Ana Parra, politóloga zuliana, cree que los primeros cincos meses de Guaidó –a partir del 23 de enero, cuando se juramentó como presidente encargado de Venezuela y fue reconocido por potencias occidentales– han sido positivos, reconoce que el 30 de abril hubo un bajón importante en la lucha del líder de Voluntad Popular.

“El bajón de La Carlota vino más hacia la coalición internacional”, puntualiza a Radio Fe y Alegría Noticias. “Ya la gente venía con un bajón y ese día se esperaba más. Hubo muchas expectativas. A pesar de todo, la evaluación sigue siendo positiva porque a Guaidó no lo han cancelado: sigue teniendo muy buena popularidad y la gente confía en él”.

Oslo y el enfriamiento de una causa

Lo que inició y lucía a finales de enero como un movimiento indetenible en contra del chavismo, ha entrado en una fase de aparente enfriamiento. Como muestra de ello están los acercamientos entre actores de Guaidó y Maduro, principalmente en Oslo, Noruega.

Tras semanas de un lenguaje firme y agresivo por parte del opositor, y de funcionarios del Gobierno de Donald Trump, que incluía la frase “todas las opciones están sobre la mesa” –haciendo una evidente alusión a posibles acciones militares–, finalmente hubo reuniones entre las dos fuerzas políticas más grandes del país, en medio de allanamientos a inmunidades parlamentarias contra diputados, que incluyó el encarcelamiento de Édgar Zambrano, vicepresidente del Parlamento.

Cuando se conoció la noticia de las “mesas de ideas” en Oslo, miles de ciudadanos, además de líderes políticos y activistas, rechazaron la iniciativa recordando que ya han fracasado diálogos en el pasado.

Uno de ellos fue el profesor en filosofía Erik Del Búfalo, quien cree que “aunque parezca difícil”, Guaidó todavía tiene oportunidad de ser “el hombre del momento y que se convierta en un personaje político histórico”.

“Para eso debería asumir una ruta de coraje y cerrar los diálogos que se están haciendo a escondidas”, dice a Radio Fe y Alegría  Noticias.

Parra difiere. De hecho, sostiene que no le gusta utilizar la palabra diálogo porque “son negociaciones de un nivel que me parece muy diferente a los de República Dominicana por la naturaleza del mediador, que es Noruega y cuya política internacional es venderse como neutrales para poder ser mediadores en muchos conflictos”.

“Si ves que la agenda de Estados Unidos, que es un quiebre militar, no está funcionando, tú no te puedes negar a la presiones o diligencias que te pueden hacer la otra mitad de potencias occidentales”, añade. “Además político que no negocia no es político”.

Para ella, estos acercamientos se utilizaron “para quemar esa vía”, pues “Guaidó no puede decir que no”. Además, asegura, “no son iguales que los anteriores porque el contexto de la lucha política en Venezuela es totalmente diferente. Antes no teníamos un presidente que era reconocido por un montón de países”.

Sobre la activación del artículo 187 numeral 11 de la Constitución, que autoriza el ingreso al país de fuerzas militares extranjeras, Parra insiste en que es una “narrativa política que no quiero llamar ingenua, porque no creo que las personas que están detrás de esa narrativa son estúpidas, pero es una posición para hacerle presión a Guaidó para que vaya por esa vía, cuando no tiene ese poder de decisión”.

“No les puedes exigir a una potencia mundial, que te está ayudando a ti, que intervenga y comience un conflicto armado, porque los conflictos armados sabes cuándo empiezan, pero no sabes cuándo terminan, ni cómo van a evolucionar”, señala. “No hay que descartarlo siempre y cuando haya un consenso entre la comunidad internacional de que esa es la opción que se tiene que seguir. Pero, ¿cómo Guaidó va a exigirlo, o va marcar la voluntad política de las potencias?”, se pregunta.

Mientras tanto, Del Búfalo insiste en que Guaidó debe subir la retórica y hacer todas las alianzas posibles para en Venezuela haya al menos la posibilidad de una intervención militar, “porque sin esa posibilidad patente, este ‘régimen’ de malandros no se va a asustar y no lo van a tomar en serio”.

Algo se pudrió en Cúcuta

El viernes 14 de junio una mancha ensució al entorno de Guaidó. Se trataba del primer caso de corrupción de su Gobierno interino reconocido por más de 50 países. Un caso que pasó a ser investigado por la Fiscalía colombiana.

Según una publicación del PanamPost, dos dirigentes de Voluntad Popular, Rossana Barrera y Kevin Rojas, malversaron recursos que iban a ser destinados a militares que desertaron apoyados en la Ley de Amnistía que ofreció la Asamblea Nacional a funcionarios que se rebelaran contra Maduro.

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Según el PanamPost, dos enviados de Guaidó en Cúcuta habrían malversado fondos que iban destinados a militares que desertaron a partir del 23 de febrero. Foto: AFP.

Orlando Avendaño, quien publicó esta información, opina a Radio Fe y Alegría Noticias que “la respuesta de Guaidó, como lo dijo muy claro el senador Marco Rubio, ha estado a la altura”.

“Ha habido un contraste gigante entre lo que venía siendo una trayectoria de 20 años de chavismo, con este Gobierno, que tiene condiciones completamente anormales, pero que es Gobierno al fin y al cabo”, agrega.

Avendaño fue criticado por su artículo, especialmente en Twitter, aunque también recibió apoyo y solidaridad. Él no duda en asegurar que “el Gobierno de Guaidó al ser eso, Gobierno, está expuesto y debe estar expuesto al escrutinio constante y la vigilancia eterna de la ciudadanía, de los medios, de todos”.

En una entrevista para BluRadio Colombia, Barrera rompió el silencio días después del escándalo para asegurar que “en ningún momento hubo apropiación”. También aclaró que “no se trató de recursos públicos sino de donaciones de empresarios colombo-venezolanos”, aunque reconoció que debían 44 mil dólares a hoteles donde se quedaron oficiales desertores que, según ella, superan los dos mil 200 incluyendo familiares.

Por su parte, Lester Toledo, dirigente de Voluntad Popular y encargado de los centros de acopio de ayuda humanitaria en Colombia, ofreció una entrevista al PanamPost donde, entre otras cosas, pidió no manchar “un esfuerzo gigante” con un “caso puntual de corrupción”.

No perdón. Sí olvido

Tras reunirse con la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, Guaidó brindó unas declaraciones desde la sede del Parlamento en las que resaltó la importancia de unas elecciones “libres y democráticas” para acabar con la compleja crisis humanitaria que vive el país.

En contra parte, dirigentes del chavismo como Diosdado Cabello han repetido en las últimas semanas que las únicos comicios que habrán próximamente en Venezuela serán de la Asamblea Nacional para elegir nuevos diputados. El tiempo parece jugarle en contra a Guaidó quien, sin embargo, ha dicho que la “usurpación” cesará en 2019.

Para Parra esta afirmación es irresponsable, pues “no puedes dar fecha con respecto a un acontecer político donde tú no tienes control sobre las variables externas que son las que tienen mayor influencia”.

“Puede ser posible (que ‘cese la usurpación’), pero no sé si probable”, reflexiona. “En política, dos más dos no son cuatro. Entonces puedo decir: ‘no vale, no va a pasar’, pero faltan muchos meses y no sabemos qué cosas tenga bajo la manga. Pero ahorita no lo veo probable. Posible puede ser, claro que sí, pero no probable”.

Cuando Heverlín emigró a Ecuador hace dos años su papá le dijo que la mejor venganza contra el chavismo era el perdón y, aunque ella no los perdona, sí trata de olvidarlos.

“Vivir con ello cada día, saber todo lo que nos hicieron, lo que siguen haciendo por poder (…) Uno deja su pasado allá y realmente no puedes ser la misma persona que emigró”, expresa.

El 30 de abril, en medio de los sentimientos encontrados, hubo uno en especial que no pudo dejar a un lado: la decepción que le provocó ver a Leopoldo López al lado de Guaidó, con una actitud “de próximo presidente de Venezuela”.

“Realmente me decepcioné cuando vi a Leopoldo al lado de Guaidó, aunque históricamente eso representaba muchísimo. Realmente yo estoy cansada de los unos y los otros. En Venezuela tiene que renacer una nueva clase política”, sentencia.

Consultada sobre si volvería al país en un hipotético cambio de Gobierno, no duda en responder: “yo sueño que viajo de un día para otro, que estoy allá. Pero aunque ese mismo día Guaidó hubiese bajado a Maduro de Miraflores, y a toda esa cuerda de delincuentes, yo igual no hubiese regresado a Venezuela ni en 10 días, ni un año, ni dos. Porque estoy consciente de la clase de políticos que tenemos. Que Guaidó haya logrado mucho, no quiere decir que no sea parte de todo este show”.

“No puedo simplemente por nostalgia, por melancolía, dejar lo que construí estos dos años por un cambio que sólo es estructural, porque el problema en Venezuela es cultural. Aunque yo me sueñe allá, sé que el lugar de donde vengo ya no existe”, culmina.