Aung San Suu Kyi, líder Myanmar, fue depuesta el 1 de febrero en Birmania mediante un Golpe de Estado. Iba ser liberada este lunes 15 de febrero, pero las autoridades decidieron mantenerla en cautiverio hasta el próximo 17.
El 17 de febrero la depuesta líder comparecerá ante la Corte por videoconferencia, según Khin Maung Zaw, un abogado que la representa a petición de su partido.
La premio Nobel de la Paz sigue bajo arresto domiciliario, acusada de un delito menor por poseer unos walkie-talkies importados no registrados.
Tras esta decisión, las calles se han tornado más violentas y los seguidores de la líder aumentan la presión con protestas masivas mientras está en auge un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con funcionarios militares.
Ante el auge de las protestas, las autoridades cortaron el acceso a internet en el país y aumentaron el despliegue de seguridad en grandes ciudades, en un intento de frenar las protestas.
La noche del 14 de febrero, miles de trabajadores ferroviarios marcharon por las calles de Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, coreando lemas y portando carteles con frases como “Liberen a nuestra líder”, “¿Quién está con la justicia?» y “Dejen de detener a gente de forma ilegal a medianoche”.
Mientras tanto, miles de militares tomaron las calles de Yangón, la primera ciudad en población.
Otras protestas se están realizando ante la sede del Banco Central de Myanmar, sede custodiada por camiones militares llenos de soldados, policía antimotines, camiones con cañones de agua y vehículos blindados de transporte de personal.
La junta, liderada por el general Min Aung Hlaing, dijo haber intervenido porque el Gobierno no investigó las acusaciones de fraude en las elecciones del años pasado, que ganó el partido Liga Nacional para la Democracia de Suu Kyi.
La comisión electoral del país rechazó esas acusaciones, afirmando que no había pruebas que las respaldaran.