«Bendiciones poderosas»

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Javier Barrios, periodista de Radio Fe y Alegría

El jueves 17 de septiembre no pudo levantarse a las 5 de la mañana como siempre lo hacía. Tres horas antes empezó a sentir un malestar general en su cuerpo. La fiebre y el dolor de garganta le indicaban que algo no andaba bien.

Ese amanecer era distinto. Su voz no lograba obtener el tono enérgico que usaba todos los días en la radio. Ni siquiera con las gárgaras de jengibre que una señora le había recomendado.

Comenzó a dar vueltas en su habitación a ver si la corta caminata lograba reanimar su existencia de 57 años. Pero los síntomas iban en aumento. La fiebre iba subiendo. Y el susto también.

Javier Alfonzo Barrios Álvarez es periodista. Maracucho de nacimiento pero con casi 20 años viviendo y trabajando en Caracas.

A partir de las 8 y 15, de lunes a viernes, en la última década, intenta reanimar las esperanzas de la gente con sus consejos y recomendaciones pero sobre todo con sus «bendiciones poderosas», que reparte para oficialistas y opositores, ateos y religiosos, a través de los micrófonos de la Red Nacional de Radio Fe y Alegría.

«Los primeros síntomas fueron muy leves, dolor de garganta y fiebre…pero no sabía que tenía Coronavirus…le mandé un mensaje a mi jefe Héctor Escandell de que me sentía mal y no iba a ir a la radio», cuenta Javier que en su juventud jugó fútbol sala en el barrio El Manzanillo de Maracaibo, donde se crió.

En el transcurso de ese 17 los síntomas se iban complicando. La temperatura de su cuerpo iba subiendo con el paso de las horas. También el dolor de garganta, de huesos y la debilidad corporal. Y un susto repentino le llegó cuando empezó a dolerle la cabeza. Y se le puso grande de tanto pensar lo malo.

Un temor que se acrecentó hacia el cuarto día cuando sintió «un dolor en el pecho y alguna tos…y eso me preocupaba porque pensaba que se me podía ir hacia los pulmones».

No fue sino hasta el 4 de octubre, dos semanas después, cuando pudo practicarse la prueba PCR. Esperó el diagnóstico sentado, con los ojos cerrados y el corazón chiquito. Daba positivo a la COVID-19.

Esa noticia fue más dura que los síntomas fuertes que sintió en los primeros 6 días de la enfermedad. Una cosa es tener la sospecha y otra que te den la confirmación, sin anestesia.

«Nunca pensé que me iba a dar Coronavirus»

Dice haberse sentido impactado por el informe. «Nunca pensé que me iba a dar Coronavirus porque siempre me cuidé, me protegí, tomé las medidas del distanciamiento físico en la radio y a donde iba a hacer compras…no lograba identificar cómo llegué a contagiarme», relata el también ex director de teatro popular en su barrio.

Por su cabeza, que la dolía bastante, pasaron muchas cosas. Miedo, temor, preocupación se apoderaron de sus pensamientos. Y vaya que Javier piensa y analiza todo lo que acontece. No en vano, sus compañeros lo llamamos a veces «el filósofo de la radio».

Lo que más le martirizaba era si sus compañeros de Radio Fe y Alegría en Caracas se habrían contagiado también por su causa antes del 17.

«Pensé mucho en el señor Urbina, el operador de la radio, porque fue con quien más cerca trabajé». Y su temor no era infundado. El «viejo caraqueño» le lleva unos 10 años al no tan joven maracucho. Y justamente es la gente de la tercera edad la de más alto riesgo para el nuevo virus. Pero el técnico ahí estaba, parado como un roble. Y eso a Javier, le tranquilizó sobre manera.

¿Quiénes se enteraron primero?

Los primeros en enterarse de su diagnóstico fueron sus superiores en Fe y Alegría. Les envió el informe de la prueba por What Sapp. Si algo tiene Javier es su verticalidad y el reconocimiento a las autoridades del Movimiento. Ellos recibieron, de primera mano, su bombazo.

Luego, gota a gota, le fue contando a miembros de su familia, que la tiene algo dispersa entre Maracaibo, su tierra querida, y Colombia. Su hija mayor, en la capital zuliana, recibió de su propia voz, algo cansada por el padecimiento, la noticia indeseada.

Después le soltó el cuento a su hermano, residente en el «país vecino». Dice que «no quise contarle a mi hija menor ni a mi mamá, que viven en Colombia, para que no se preocuparan».

Tal vez obligado por el padecimiento, tomó la decisión de descansar durante esos largos días combinando el tratamiento médico básico con uno que él llama alternativo.

Y es que Javier sorprende de vez en cuando. Reveló que al darse cuenta de que si seguía con esa rutina y ese estrés dentro de la casa «se me bajaba el sistema inmunológico y entonces decidí descansar…sentía que los mismos síntomas me generaban cansancio y en las mañanas quería seguir durmiendo».

Además de dormir, que en lo cotidiano le cuesta mucho, también se auto cuidó leyendo libros, viendo televisión (que no le gusta….risas) y también sacaba tiempo para meditar. «Cerraba los ojos, respiraba profundamente y durante cinco minutos no pensaba en nada».

El tercer momento

En su testimonio de esta inesperada experiencia asegura que vivió con la COVID «en un promedio de 20 a 25 días». Ya luego se empezó a estabilizar su condición de salud, cuya confirmación de que ya se habría librado de ese indeseado huésped la recibió el 31 de octubre con una nueva PCR, negativa.

«Brinqué de alegría y de felicidad en una pata», contó emocionado Javier al recibir este último diagnóstico.

En la casa donde vive, la del voluntariado de Fe y Alegría, en el sector San José de Caracas, hay unas 15 habitaciones. Por la pandemia, apenas están él y el encargado de la residencia, Jesús Rojo.

Sin embargo, durante todo ese tiempo parecían una «pareja enemistada». Procuraban no coincidir en las comidas. «Y por donde yo iba pasando iba limpiando y desinfectando».

En algún momento de la enfermedad sintió miedo, ansiedad y depresión porque pensaba que la gente lo iba a despreciar, a no tomarlo en cuenta. Pero se confortaba cuando recapacitaba y se decía que sentir eso «es natural cuando uno está enfermo».

En su agradecimiento permanente se sintió acompañado del director nacional de IRFA, Luis Sánchez, su jefe máximo en la institución, de los PP. Goyo y Piedra, «e incluso de algunos compañeros que me enviaban mensajes como Iris, Ana María, y de ex compañeros como Gerardo Lombardi». Es decir, no estuvo solo emocional y moralmente. Y eso vale oro.

El periodista, que también a diario se faja en el noticiero latinoamericano Contacto Sur, de la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular, ALER, también le entra al mundo de la terapia alternativa de lo cuántico.

Y desde esa perspectiva, padeciendo este virus mortal pandémico, afirma que aprendió a tener elementos para ayudar a más gente. Es que no ha perdido la costumbre, una de sus máximas cualidades, para dar consejos.

«Ahora mucha gente me llama y me pregunta y trato de contarles mi propia experiencia y creo que les ayuda mucho», comparte del otro lado del teléfono para este trabajo.

«A todos nos va a dar Coronavirus»

Cree que hay muchos mitos, miedos y desinformación alrededor de esta enfermedad. Tampoco omite contar que hay que seguir con las medidas de «metro y medio de distancia, tapabocas, lavado de manos (aunque no haya agua, se ríe otra vez), y tener un kit de medicamentos básicos para, por si tienes un primer síntoma, empezar a tomar el tratamiento, lo sepas o no».

En su reflexión recomienda a los sanos y no tan sanos «a estar tranquilos, serenos, calmados y tratar de alimentarse e hidratarse».

El experimentado comunicador sentencia que «a todos nos va a dar Coronavirus, como una simple gripe, un malestar, una chikunguya, un dengue».

Rebate la creencia, esa que parece que se quiere instaurar en Venezuela de que el nuevo virus se ha invisibilizado por esta época, de que «el bicho» ya se fue. «Ni se ha ido ni se ha hecho invisible», sentencia Barrios como si estuviera al aire por la radio.

En una especie de «reposo del guerrero» invita a no dejarse vencer por el miedo. «Es innegable que el miedo llega pero hay que vencerlo, hay que informarse y evitar los mitos».

Y como para rememorar la sabiduría ancestral, de la cual también es partícipe, termina su relato proponiendo «no despreciar los remedios de la abuela (los guarapos) sin dejar de tomar los medicamentos básicos».

A Fondo, el espacio radial de cobertura nacional en el cual fue suplido por las voces femeninas de Adriana y Carlota, nunca tan contundentes como la de él, lo tuvo de vuelta para beneplácito de sus eternos oyentes del Alto Apure, entre otros, que lo llaman a diario para contarle sus dolencias físicas y existenciales.

Y, ya recuperado pero cuidándose mucho más por temor a una recaída, Javier prosigue con el asperjamiento radiofónico de sus «bendiciones poderosas para todos».

En hora buena.