De bioterroristas y otros cuentos

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Foto: Agencias.

El sacerdote Numa Molina los llamó bioterroristas.

Eso fue suficiente para que la Compañía de Jesús rechazara la criminalización contra los migrantes venezolanos retornados, que han sido calificados como «trocheros» desde altos funcionarios, incluyendo Nicolás Maduro.

Estos términos, según los jesuitas, “promueven el rechazo y la violación de los derechos consagrados en la Constitución Nacional”. «Los jesuitas estamos comprometidos con el acompañamiento, el servicio y la defensa de las personas en movilización, refugiados y migrantes», publicaron.

Por su parte, el Movimiento Periodismo Necesario rechazó una supuesta persecución contra el padre Numa Molina, tras sus polémicas declaraciones que generaron rechazo incluso de simpatizantes del Gobierno.

Carúpano, un rostro del hambre

Un informe publicado el 10 de julio por el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre reveló que la pandemia de COVID-19 agudizaría el hambre en Venezuela. Pues bien: según el director de Cáritas Carúpano, en el estado Sucre, en esta localidad 3 de cada 10 niños padecen de desnutrición.

Carúpano, entonces, es solo uno de los tantos rostros del hambre: una pandemia que se extiende a lo largo y ancho del país.

Sin techo

Los nuevos casos globales de COVID-19 alcanzaron un récord: 217 mil en un día. La pandemia sigue sin tocar techo, mientras en Venezuela hasta este sábado se contabilizaban 11 mil 483.

No hay paz sin las necesidades básicas para vivir

Mientras tanto, desde su acerca, Antonio Pérez Esclarín habló de desobediencia: «es importante reconocer la desobediencia como valor, que es fundamental para dignificar la vida».

«Cuando la autoridad viola abiertamente la Constitución, irrespeta las leyes, no escucha ni muestra ninguna intención de cambiar, la desobediencia es un valor necesario e irrenunciable. En regímenes de fuerza, la educación para la paz ha de ser pues una educación para la desobediencia. La paz no es sólo la ausencia de guerra. No puede haber paz donde no están cubiertas las necesidades más elementales para vivir, donde hay miedo, resignación, sumisión, obediencia impuesta y autoritarismo», escribió.