El papa Francisco emitió un mensaje para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo, cuyo texto expresa que si bien la enfermedad forma parte de la existencia del ser humano, pero que puede volverse inhumana si no se acompaña tanto en el cuidado como en la compasión.
“Cuando caminamos juntos, es normal que alguien se sienta mal, que tenga que detenerse debido al cansancio o por algún contratiempo. Es ahí, en esos momentos, cuando podemos ver cómo estamos caminando: si juntos o cada quien por su cuenta”, expresó.
“Por eso, en esta XXXI Jornada Mundial del Enfermo, en pleno camino sinodal, los invito a reflexionar sobre el hecho de que, es precisamente a través de la experiencia de la fragilidad y de la enfermedad, como podemos aprender a caminar juntos según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”, añadió.
“Nunca estaremos preparados para la enfermedad”
En ese sentido, el Sumo Pontífice aseguró que “nunca estaremos preparados para la enfermedad”, así como tampoco para el envejecimiento, porque existe el miedo a lo vulnerabilidad. “No hay lugar para la fragilidad”, expresó.
A su juicio, esta Jornada Mundial del Enfermo, no solo invita “a la oración y cercanía con los que sufren”, sino que también busca “sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias y a la sociedad sobre una nueva forma de avanzar juntos”.
El COVID-19 puso una “dura prueba”
En ese contexto, el papa Francisco recordó la tragedia de salud que causó la pandemia por el coronavirus. Sin embargo, considera que esa enfermedad puso una “dura prueba” a una red de “capacidades y solidaridad” que, además “mostró los límites estructurales de los actuales sistemas de bienestar” y que es importante que la gratitud siempre esté con la compañía de búsqueda de recursos, para que a todos los “seres humanos se les garantice el acceso a la asistencia y el derecho a la salud”, apuntó.
Finalmente, el papa Francisco le encomendó la salud de los enfermos a la virgen María, así como también de cada persona que se encarga de atender a los enfermos y de aquellos que “están comprometidos en forjar vínculos personales, eclesiales y civiles de fraternidad”, finalizó.
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