Hospital J. M. de los Ríos, una crisis anunciada

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sería el noveno niño que muere en el JM de los Ríos este año
Foto: Archivo.

La crisis en el Hospital de Niños Dr. J. M. de los Ríos continúa en la agenda de los medios tras el fallecimiento de la adolescente Niurka Camacho y su compañero Winder Rangel, pero no en la agenda del Estado venezolano.

Carlos Trapani, abogado y coordinador General de Cecodap, documentó que el hospital se encuentra en precarias condiciones, sin insumos, equipos médicos ni talento humano.

“El paciente renal, especialmente el paciente pediátrico, está en franco declive. Ya el programa de Procura tenía dificultades, a eso se le sumaban una crisis en la infraestructura, en equipo e insumos, en recurso humano. Eso fue progresivamente comprometiendo la atención del paciente renal”, reseñó Trapani para Radio Fe y Alegría Noticias.

El miembro de Cecodap reconoció que son adversas las condiciones que padecen los pacientes renales. Un candidato a recibir trasplante “está condenado a morir” porque el programa está suspendido en el país. Aunado a que no hay acceso a los medicamentos y el proceso de diálisis es complejo por el panorama mencionado.

Condenan a niños

Diversas organizaciones civiles denuncian frecuentemente la actual situación del Hospital J. M. de los Ríos.

Un grupo de pacientes pediátricos se presentó el mes pasado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ente que les otorgó medidas cautelares. Aún así, el Estado venezolano no hace nada más que señalar que las causas de la crisis son las sanciones económicas.

Cuatro años tiene paralizado el Sistema de Procura de Órganos y Tejidos que dejó sin trasplante a más de 900 pacientes, según datos publicados en el año 2016.

A consecuencia, los niños mueren esperando un milagro. Como el caso de Niurka Camacho, de apenas 15 años de edad, quien murió a la espera de un trasplante de riñón. 

La adolescente era “una guerrera”, defensora de derechos humanos que acudió a exponer su caso a la CIDH porque tenía “muchísimas ganas de vivir y de luchar”.

“Exigió la reactivación del programa de trasplante y exigió calidad de vida. Dijo expresamente que tenía miedo a morir como han muerto muchos de sus compañeros”, expresó Trapani. 

En tan solo una semana, Camacho y Winder Rangel, de 11 años, se despidieron porque su cuerpo no aguantó más la espera por un trasplante.

Los niños del J. M. de los Ríos lo único que piden es que se les garantice su derecho a la vida.