Durante la Asamblea Continental del Servicio Jesuita con Migrantes realizada en Bogotá, entre 7 y el 11 de noviembre, se puso en el foco a las principales crisis migratorias existentes en Latinoamérica gracias a la presencia de 90 personas de 21 países del continente. La crisis venezolana resaltó por su complejidad, volumen y extensión.
El coordinador de la Red de Jesuitas con Migrantes, Javier Cortegoso, destacó para la Red de Radios Jesuitas que con grandes fenómenos como el que ocurre en Venezuela —donde en septiembre se registraron más de 7,1 millones de refugiados y migrantes, según las Naciones Unidas—, a veces, se corre el riesgo de apartar la mirada a otros flujos migratorios que también son relevantes como los de Haití, Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Además de los más tradicionales ligados a la pobreza y a la desigualdad en el sur del continente, como las de Bolivia y Paraguay. Al igual que los desplazamientos internos de Brasil, Colombia y México por violencias a grupos en situación de vulnerabilidad como los indígenas de la Amazonía, comunidades afectadas por megaproyectos y la migración climática.
El mensaje para los Estados desde la Asamblea es que detengan sus políticas de muerte y las dedicadas a construir muros, no solo físicos, sino también de deportación y externalización. A su juicio, los desplazamientos no se detendrán.
“La gente va a buscar otro camino, porque lo que buscan es vivir”, enfatizó Cortegoso.
Al mismo tiempo, lamentó que la cooperación internacional se base principalmente en frenar la migración. Él considera que los Estados deben ver oportunidades de diversidad, crecimiento en unión y la riqueza de personas y culturas que trae consigo el éxodo.
“Aprendemos de los migrantes por su capacidad de resiliencia, de superar situaciones imposibles, de atravesar los lugares más difíciles y por su creatividad para generar una oportunidad que les permita vivir en paz. Debemos agradecerles por enseñarnos el valor de la vida”, resaltó el coordinador de la red.
La misión es ser una “red para más misión”
Partiendo de lo complicada que es la realidad analizada en la Asamblea Continental, hace 21 años la Compañía de Jesús apostó por intentar articular al cuerpo apostólico con presencia de universidades, parroquias, centros sociales y emisoras para que no sea exclusiva de servicios jesuitas a refugiados y emigrantes.
“El primer gran reto es que la misión y quienes la acompañan estén en el centro, en la cultura de la compañía. Entender cómo estructuras colectivas, diversas y horizontales pueden complementarse con modelos más verticales y tradicionales para generar transformación”, explicó Javier Cortegoso.
Acoger transforma en positivo
Cortegoso instó a la población a apoyar a los que abandonan sus países en contra de su voluntad, porque cuando “alguien piensa en ayudar acaba siendo ayudado”.
Ante el duro discurso que se está difundiendo sobre este grupo, donde se les cataloga de robarles oportunidades a los locales, invitó a modificar la narrativa y encontrarse con ellos para vencer los prejuicios.
“La Asamblea Continental se nutre de lo que pasa en cada pequeño territorio, ciudad, frontera, comunidad y en el Tapón del Darién. En esos sitios se puede colaborar como voluntario, aportar económicamente. Normalmente las comunidades y barrios con mayores carencias son las más abiertas y las que empatizan mejor”, puntualizó Cortegoso.