Magníficat

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Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen”. San Lucas 1, 46-56 Magníficat

La Virgen nos ha dicho, “no olviden que el objetivo y fin de nuestra vida es el cielo”. Pero nos desvían la atención con el modernismo. ¿Qué es el modernismo?: es un pensamiento equivocado que nos hace pensar que solamente existe la tierra. Estamos apegados a las cosas materiales,  así que tenemos tendencia a olvidar cual es nuestro objetivo y destino de la vida terrenal. Eso se vuelve tan importante que ocupa todo nuestro campo de conciencia, y sin darnos cuenta nos desconectamos de la verticalidad que es nuestra salvación.

No obstante, ¿hoy en día dónde está la fe? El poder, el dinero y el bienestar material se han convertido en Dioses. La Virgen dice; “hijos míos, mis ojos se nublan de tristeza porque están perdidos. Han escogido un camino equivocado. Escuchen mis mensajes, vívanlo, quiero guiarlos por el camino de Jesucristo…” Tener presente que el plan del maligno se concentra como primer punto destruir a la familia y el  segundo objetivo es destruir la iglesia. 

En este ámbito,  plasmado en el libro “Economía Política Hoy: una  perspectiva desde la  espiritualidad” (Morales, 2020), todo parece indicar que estamos a las puertas del periodo denominado fin de los tiempos, donde  la batalla entre el bien y el mal será mucho más fuerte y decisiva, donde Dios le arrebatará al maligno y a sus secuaces, el control que tienen de buena parte del mundo: lo que implicará una purificación del mundo. Pero también una purificación a nivel de cada uno de nosotros que conducirá finalmente al triunfo del Inmaculado Corazón de María, a un nuevo Pentecostés y a un posterior período de paz.

Pero lo que tenemos inmediatamente enfrente es la agudización de la batalla entre el bien y el mal, y la oración será fundamental en este período: más importante de lo que se puede imaginar. Nos enfrentaremos a un enemigo cada vez más violento y además mentiroso, que va a crear falsas impresiones para despistarnos y sacarnos de rumbo. Él tratará de darnos miedo, quitarnos la paz, desinformarnos de lo que sucede realmente, dividirnos y hacernos creer que tiene más poder del que tiene.

Razones por las que debemos estar atados más fuertemente a Dios, no sólo para avanzar en nuestra purificación, dejándonos purificar por Él para que podamos acceder a todas su gracia, sino también porque necesitamos protección y poder ver la realidad sin las falsas ilusiones creadas por el maligno.  Y además apoyar con nuestra oración la conversión del mundo: especialmente de nuestros seres queridos.

En tal sentido, desde este momento de espiritualidad navideña es fundamental:

1) Adorar: “los invito a que se enamoren del Santísimo Sacramento. Cuando lo adoran están uniendo al mundo entero”. Es  decir, se paralizan las guerras y todo lo que conlleva (plagas y hambruna). Fracasa el odio si lo adoramos: es nuestra unidad.

2) Rezar en familia: “la oración en familia es el remedio para curar el mundo de  hoy en día…cuando se reza en familia Jesús llega a nuestra casa….” Una vez que está dentro de nuestra casa naturalmente hace un trabajo divino entre nosotros. A uno le dará la paz, a otro el consuelo, la curación, la liberación, etc. Hará que crezca entre nosotros la unión de corazones y así se va hacer un miembro de nuestra familia: Jesucristo. Por tanto es menester que recemos en familia todos los días: decisión de tomar necesariamente por lo que un núcleo familiar que reza continuamente se construye una barrera de contención-protección…

3) Ayunar: “solo mediante el ayuno y la oración se pueden impedir las guerras o parar las guerras si ya han empezado o suspender eventos naturales…” Hacer un ayuno especial los miércoles y los viernes a pan y agua, como los primeros cristianos.  ¿Recuerdan del Evangelio donde Jesús mandó a sus discípulos  de dos en dos para evangelizar? Una vez que volvieron no habían conseguido expulsar un demonio de un niño, entonces en privado luego que Jesús lo había expulsado le preguntaron por qué nosotros no hemos conseguido expulsar el demonio, y Jesús les contestó, porque esa clase de demonios solo se pueden expulsar mediante el ayuno y la oración: los apóstoles no habían ayunado esa vez. Por tanto, si ayunamos les cerramos la puerta a los demonios más poderosos y más violentos.

4) Leer, meditar y aplicar el Evangelio: si aprendemos a conocer la palabra de Dios conoceremos la voluntad de Dios, y el plan que tiene para todos nosotros es la salvación y liberación verdadera. Hoy en día somos bombardeados por mensajes que nos envía la televisión y el internet: la mayor parte de ellos contienen veneno. Ya no sabemos distinguir entre lo que es verdadero y lo que es falso, pero si estudiamos comprensivamente  la palabra de Dios, nos va dar la verdad porque es palabra viva.

5) Confesar: “los  invito a purificar el corazón del pecado, porque con el pecado nadie puede ser feliz. Con el pecado no habrá paz. Por eso los invito a una confesión mensual, porque no hay nadie sobre la tierra que no necesite confesarse por lo menos una vez al mes”.

6) Asistir a misa: como el centro de concentración y meditación para  revivir la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. 

Finalmente:

Se prepara un nuevo Pentecostés para el mundo. Será un Pentecostés para toda la humanidad…” Por ello, hoy, todos los días y siempre, escribamos nuestro propio “Magníficat”, empezando por dar gracias a Dios por todo lo que nos otorga según su santa voluntad. (Ver: La voz del desierto. Magníficat )

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 al 2020.

Pedro Morales. [email protected] @tipsaldia