Una Palabra Oportuna No. 1623

38
palabra

Oración de la mañana. Domingo 27 de febrero de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza suplicando por la paz del mundo

Señor Jesús, las imágenes que aparecen en las lecturas de este día son evocadoras, sugerentes: “criba”, “ciego que guía a otro ciego”, “mota y viga”. No hay que esperar al juicio final para que examinen nuestras vidas y aparezcan nuestros pecados. Este domingo nos detenemos para revisarnos y descubrir con humildad que no todo lo que hay en nuestro corazón es “trigo limpio”. También hay cizaña. Muchas veces somos “guías ciegos” que podemos dañar al hermano. Criticamos la mota y no vemos la viga que no nos deja ver. Es importante preguntarnos: además de criticar, ¿Qué hacemos?

Discípulo es el que siempre está aprendiendo y nunca quiere dejar de aprender. Tus seguidores no se llamaron “Maestros” sino “Discípulos”. Tenían claro que el Maestro eras tú. Un Maestro especial, que no sólo enseñas con tus palabras sino con tu vida. En esta sociedad en que vivimos, la Iglesia tiene más necesidad de “testigos” que de “maestros”. En nuestro tiempo ya no es suficiente “hablar de Dios” sino que hay que “hablar desde Dios”.  El testigo habla de lo que “ha visto”, “ha descubierto”, “ha experimentado”, en el misterioso mundo de Dios.

No es un profesional de lo religioso, sino un “viajero” que cuenta lo que Dios ha hecho en esa persona. Como nos cuenta María, la madre de Jesús. “El poderoso ha hecho obras grandes en mí”. ¿Se puede predicar sin haber rezado antes esa palabra? Muchas veces juzgamos a los hermanos con orgulloso desprecio: contemplamos sus acciones y sólo vemos defectos. Pensamos tener la luz y estamos “ciegos” por dentro. Tenemos que aprender mucho y nos creemos “maestros”. Vemos en ojos ajenos pajas” que se lleva el viento, y no vemos en los nuestros fuertes “vigas” de cemento. Tú, Señor, hoy nos invitas a poner al descubierto la verdad de nuestras obras, deseos y sentimientos.

El valor de una persona tiene marcado su precio: Es el “corazón” quien dice si estamos sanos o enfermos… Si el árbol de nuestra vida está gris, triste y seco, coloca, Dios Jardinero, en su corteza, un injerto. Con tu amor y tu perdón, con tu alegría y tus besos seremos “árboles sanos” cargados de frutos buenos. 

Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.