Falta de dinero para comprar comida y fallas de agua potable ya angustian a los venezolanos

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La vida del venezolano se sigue debatiendo entre cómo vivir la medida del distanciamiento social quedándose en su casa y resolver el día a día para sostener a su familia.

Salir a buscar la comida de todos los días; comprar una medicina porque alguien de los suyos se enfermó, y no precisamente de COVID-19; o saltar de un sitio a otro en el barrio donde vive para ver dónde puede conseguir una bombona de gas, se ha convertido para los ciudadanos de este país en un gran desafío.

También es causa de angustia las fallas en el servicio de agua potable.

En Caracas la situación del agua potable es crítica

En Lomas de Paya, en El Junquito de Caracas, llevan más de dos meses sin el servicio. Los residentes del sector le hacen un llamado a la gente de Hidrocapital, a través de Radio Fe y Alegría Noticias, «para que abran las llaves».

La zozobra crece porque además de que no pueden preparar bien las comidas «necesitamos el agua para poder cumplir con las normas de lavado de las manos como lo manda el gobierno por el Coronavirus», dice la señora Argelia, quien vive en esa comunidad.

Por otro lado, cuenta que «ya no podemos pagar cisternas…no tenemos dinero, se nos acabó».

Se acaba el efectivo y las tarjetas van quedando limpias

Y ése es el otro tema. La gente se está quedando sin plata para comprar lo que necesita diariamente.

La incertidumbre crece sobre todo en las personas que tenían como práctica habitual salir todos los días a ejercer la llamada economía informal.

Los vendedores ambulantes de hortalizas, verduras, frutas, repuestos de electrodomésticos, artículos del hogar no hallan cómo hacer por la prohibición gubernamental de estar en las calles.

Estos trabajadores dependen de las ventas que pueden generar diariamente.

Pero también el trabajador que está sujeto a un salario fijo nota cómo su capital se va agotando. Sobre todo porque la empresa donde trabaja no le garantiza el pago a tiempo.

El presidente de la república, Nicolás Maduro, anunció a mediados de marzo que su gestión asumía el pago de las las nóminas de todas las empresas públicas y privadas. Sin embargo, el mecanismo no está del todo claro.

A este panorama se añade la carestía de los productos como los víveres, alimentos y de limpieza. Solo en Caracas se reporta que en los últimos 15 días estos artículos han aumentado su precio en un 45 por ciento.

Entre un 45 y 50% han incrementado los productos sus precios en las últimas dos semanas

Por ejemplo, un kilo de queso blanco ya oscila entre 420 y 430 mil bolívares. Hace tres semanas su precio se ubicaba en 380 mil soberanos. Un kilo de arroz ya se consigue en 160 mil bolívares. Hace 20 días costaba 100 mil bolos.

Y para rematar se refuerzan los horarios restringidos

En Yaritagua, estado Yaracuy, el señor Anselmo Bello denuncia que ya ha habido varias personas que han detenido las autoridades policiales «porque andaban en la calle haciendo sus compras pero se pasaron de la hora establecida y se las han llevado presas».

El señor Bello califica estas prácticas como abuso y maltrato policial. Hace la observación porque considera que «los policías son de nosotros mismos, del pueblo, no sé por qué se ponen de esa forma».

Agrega que «además de todas las carencias que ya estamos sufriendo ahora nos tenemos que calar estos abusos».

Ya en algunas regiones del país los gobiernos estadales, mediante decretos, han restringido los horarios de atención en los establecimientos de alimentos e insumos básicos.

Tal es el caso, por ejemplo, del estado Zulia, cuyo gobernador, Omar Prieto, dictaminó este martes 31 de marzo que esos negocios solo pueden estar abiertos hasta las 12 del mediodía.

Según el denunciante ésta es la situación que también ya se vive en el estado Yaracuy, que ya registra su primer caso de Coronavirus.

Otra estación del vía crucis: la falta de gasolina

Pero también se han presentado otras situaciones más engorrosas. Y una de ellas es la restricción para los ciudadanos de abastecerse de gasolina para poder movilizarse ante alguna emergencia.

La abogada Marisol Bustamente relató a Radio Fe y Alegría Noticias que este lunes 30 de marzo «murió un neonato en Siquisique, estado Lara, un municipio alejado de la capital Barquisimeto».

Según su testimonio, los GNB «le niegan la gasolina a una parturienta que debía trasladarse desde un caserío, más allá de Siquisique, hasta el hospital principal».

La señora no pudo llegar hasta el centro de salud para dar a luz «y lamentablemente la criatura falleció».

Bustamente es la coordinadora regional de la ong Transparencia Ciudadana y da fe de este hecho. Los militares «le negaron el combustible a la persona que iba a trasladar a la muchacha hasta el hospital de Siquisique…la parturienta quedó a mitad de camino».

Exhorta al comandante de la GNB y a la gobernadora del estado Lara para que inicien las investigaciones sobre el suceso. Igualmente solicita que se tomen los correctivos inmediatos con el despacho de gasolina en la entidad.

Una madre angustiada por su hijo que está preso

La señora Artemia llama a la radio desde Puerto Ayacucho, capital del estado Amazonas, al sur de Venezuela.

Clama por su hijo que está privado de libertad en un penal de la ciudad de Guanare, capital del llanero Portuguesa. A unos 700 kilómetros aproximadamente de donde ella vive.

Cuenta, con la voz quebrada, que no sabe nada de su muchacho desde hace 5 días. Esa vez le contó que no tenía nada para comer.

En los centros penitenciarios y de arrestos preventivos, al parecer, sus autoridades han suspendido las visitas de familiares para evitar las aglomeraciones de personas en espacios reducidos. Situación que pueda convertirse en una cadena de contagio del COVID-19.

La señora Artemia no solo pide por su hijo sino también por todos quienes están privados de libertad. «No tienen ni agua en esos sitios», asegura la mamá angustiada.

Antes podía visitarlo cada seis meses. «Pero ahora se me hace muy difícil porque además no tengo efectivo…no hay pasajes ni autobuses para movilizarme».

Por lo pronto, lo único que puede hacer, además de rezar por su muchacho y sus compañeros, es transferirle «los bonos que me van llegando».

Y así se ha convertido el día a día del ciudadano de este país que amén de cuidarse del nuevo virus pandémico también tiene que hacer malabares a cada rato para sobrevivir en una situación que según reportan las organizaciones internacionales de salud va pa´largo.