Última oleada migratoria de venezolanos es la más vulnerable

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Este es el diagnóstico que saca y da a conocer el Servicio Jesuita de Refugiados (SJR) en Venezuela, cuya coordinadora de Incidencia y Comunicación, Alessandra Licini, habló en exclusiva con Radio Fe y Alegría Noticias.

El SJR está presente en los países donde los flujos migratorios han cobrado en los últimos 30 años un alto impacto, tanto en los países de acogida como en los países de origen.

Organismos internacionales como ACNUR, la OIM y el mismo SJR hablan que desde 2007 en Venezuela se han producido cinco oleadas migratorias.

Esta, la actual y quinta, es la considerada la de mayores riesgos para las personas que se han visto conminadas a movilizarse forzosamente.

En Venezuela la labor del SJR, en los actuales momentos, es ardua porque no pueden palear toda la magnitud de la crisis en el país.

Desde hace varios años se encuentran trabajando en los estados Zulia, Táchira y Apure.

Prestan asesoría jurídica. En este campo de lo legal notan que hay muchas personas con problemas de papeles o que sencillamente no tienen documentos. La mayoría anda sin pasaporte y sin documentación para acceder a los derechos básicos en otros países.

Pero, ¿cuáles son las razones para decir que esta quinta oleada migratoria es la más vulnerable? ¿Cuál es la caracterización que hace el SJR de este fenómeno?

Licini no vacila en afirmar que la migración pendular en Venezuela se ha frenado un poco. Incluso, se atreve a decir que la migración que se registra para quedarse en otro país también ha disminuido.

Afirma que si es cierto que hay personas que se están regresando por causas de xenofobia, dificultades de acceso a la salud, a la educación, y por la imposibilidad de conseguir trabajo en los países de la región.

Añade a esto también la facilitación del gobierno venezolano con el programa «retorno a la patria».»Se dan cuenta que es mejor regresar y vivir en Venezuela pese a las condiciones de deterioro que registra nuestro país porque aquí tienen su casa y sus vínculos familiares».

Sin embargo, decir que solo 20 mil personas de las casi 5 millones que se han ido en el último quinquenio, no es para asegurar que se está a las puertas de un regreso masivo de venezolanos, pues es un porcentaje extremadamente mínimo.

La periodista advierte que en las labores de orientación que el SJR hace sobre las rutas migratorias a través de charlas en los puntos fronterizos y en las universidades, procuran indicar cuáles son los riesgos migratorios.

Pero he aquí uno de las principales características de esta última avanzada de migrantes venezolanos. Actualmente, «quienes mayormente se van son mujeres solas, mujeres embarazadas y niños no acompañados», apunta Licini.

Y justo son este tipo de poblaciones «las que pueden ser potencialmente víctimas de trata, de explotación sexual, de matrimonios arreglados, de tráfico de órganos y explotación laboral».

Tratan de visibilizar esos problemas para que las personas, una vez que toman la decisión de irse, por lo menos se vayan informadas.

El SJR no promueve la migración. Sino que acompañan a las personas que han tomado la decisión de marcharse lo hagan de una manera planificada.

Las organizaciones criminales hacen «fiesta» con la trata de personas

Así de contundente es la aseveración de la funcionaria del Servicio Jesuita para los Refugiados en Venezuela.

El problema de la trata de personas es gravísimo porque en Venezuela se da el fenómeno de «caminantes». Es propio de la migración venezolana. Las personas recorren por muchísimos kilómetros las fronteras solas. Y eso es carne de cañón para las organizaciones criminales sobre todo de trata de personas.

Desde la caracterización que hace sobre esta realidad social cada día más acuciante revela que «los gobiernos no saben dar respuestas a esto. Las organizaciones humanitarias no pueden llegar a estas zonas. Por eso se requiere, y lo intentamos, hacer un trabajo articulado desde este lado de la frontera para determinar qué personas pueden tener ese perfil y que estarían más expuestas y con más alto grado de vulnerabilidad».

Pero también son concientes de otro obstáculo que muchas veces se convierte en un serio peligro en estas zonas. «También hay muchísimos grupos armados dentro de los ejes fronterizos…y esto nos dificulta enormemente nuestro trabajo».

Uno de los grupos poblacionales más perjudicados de esta práctica son los niños que viajan solos o no acompañados «porque no tienen ese poder de discernimiento» para discriminar qué es lo bueno y qué es lo malo. Al final, muchos de ellos terminan siendo reclutados por las organizaciones subversivas.

De todas maneras, tanto el SJR como la organización Éxodo Venezuela y la Oficina internacional de migración, OIM, trabajan en diseñar un perfil de personas en alta condición de vulnerabilidad.

De los desaparecidos en el mar Caribe

A mediados de la semana pasada, familiares de 39 personas que partieron desde las costas de Güiria con rumbo a Trinidad y Tobago manifestaron en la sede del Ministerio Público en Caracas.

Exigían que se abriera una investigación porque luego de 4 meses no sabían nada de sus seres queridos. Al respecto, Alejandra Licini admite que desde el SJR no manejan ninguna información.

No obstante, acota que sobre esta situación en particular uno de los asuntos más críticos es que para el acceso, incluso a los territorios de tránsito, se requiere un permiso. Y eso es extremadamente muy difícil.

Bien sea por falta de dinero o porque los registros civiles no cuentan con materiales. A lo que se suma lo costoso de los pasaportes y otros documentos, que pueden llegar a costar hasta 200 dólares.

El SJR está haciendo todos los intentos por abrir una oficina en el estado Sucre para visibilizar esos casos.

Pronostica que estas personas pudieron ser víctimas de trata. Por ejemplo, las mujeres caen víctimas de la prostitución, de esclavitud sexual, cuando les quitan los pasaportes y no les permiten comunicarse con sus familiares.

Ojo con las ofertas por las redes sociales

La comunicadora emite un alerta a las personas que planean buscar otro horizonte mejor fuera de nuestro país.

Habla de las «ofertas engañosas» que se publican a través de las redes sociales. En las charlas informativas y orientadoras detectan que las personas no saben identificar esas farsas. Son ofertas con mensajes como que «no necesita tener una profesión si lo que quiere es ubicar un trabajo». O ganar dinero de una forma rápida y segura.

Por lo general, las personas indocumentadas que pasan por las trochas, por falta de papeles y que no pasarán por las vías formales, se van a encontrar con miembros de las organizaciones delictivas y también les van a ofrecer trabajo, a cambio de que los interesados les suministren todos sus datos personales.

El rol de la comunicación para esta realidad de la migración

Un primer problema que se presenta es que cuando no hay información ni se analiza qué es lo que está sucediendo los periodistas comienzan a tildar fenómenos, utilizan lenguaje y palabras que no son las apropiadas.

Por el otro lado, afecta la politización del fenómeno de la crisis humanitaria. Eso puede impedir que de verdad haya ayuda, compromiso entre las partes en conflicto, y que se pueda atender a la población que es la más vulnerable con todos estos problemas.

Por estas razones, Licini recomienda que el tema de la comunicación es fundamental para reducir la xenofobia, promover la hospitalidad, no solamente en las fronteras y en los países receptores, sino también en las comunidades donde se está produciendo el desplazamiento interno.

«Debemos realzar la solidaridad presente entre los venezolanos».

La proyección que para este 2020 hace el Alto Comisionado para las Refugiados de la ONU, ACNUR, de casi 6 millones y medio de venezolanos que habrían emigrado en el último lustro la mayoría a países de la región, hace prever que servicios y misiones como las del SJR no van a cesar.

Bajo esta panorámica orientar adecuademente al potencial migrante sobre los altos riesgos que corre si no está bien informado es uno de los desafíos de las organizaciones que trabajan en esta zona desde el marco del Derecho Humanitario Internacional.

Pero hacia lo interno se impone otro reto. Y es cómo trabajar la hospitalidad y la acogida ante un creciente desplazamiento interno.