Estudio revela situación de vulnerabilidad y exposición a la violencia en niños de Caroní

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Foto: William Urdaneta| Correo del Caroni.

El estudio de Bienestar infantil en contextos escolares de Caroní, presentado por el Centro de Estudios Regionales de la Universidad Católica Andrés Bello extensión Guayana, reveló la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra la infancia en la localidad, así como que, sin importar el estrato social, los niños son víctimas de situaciones de acoso y violencia. 

Esta investigación fue dirigida por la licenciada Marian Ojeda y se desarrolló en alianza con la red internacional Children’s Understanding of Well- Being, quienes ahondaron en cómo perciben los niños su bienestar y qué les causa preocupación de su entorno. 

Para el desarrollo de este trabajo se tomó una muestra de 50 niños de entre 8 a 12 años, quienes fueron separados en grupos, según sus condiciones socioeconómicas: buenas condiciones, regulares condiciones y malas condiciones. 

En ese sentido, se evidenció que los niños que viven con mayores recursos presentan índices de bienestar más alto, mayor entendimiento de la familia como núcleo y avances más avanzados en el ámbito de aprendizaje.

Por su parte, los niños de estratos bajos muestran preocupación por otros aspectos como el dinero, el maltrato infantil y la inseguridad alimentaria. 

“En el segundo grupo, de regulares condiciones, hay muchos hogares en situación de pobreza e inseguridad alimentaria. En este grupo, se ven afectados por la migración, hay familias incompletas porque algún miembro de la familia emigró a otros países. En el de muy malas condiciones de vida hay un acceso muy limitado de la educación, la mayoría de miembros de la comunidad no llegan a completar la primaria. Viven en situación de pobreza”, expresó Ojeda. 

Bienestar infantil se ve socavado por la crisis económica

El grupo de expertos que analizó los resultados del proyecto coincidió en que el bienestar infantil se está viendo socavado por la crisis económica generalizada del país. 

Asimismo, los niños del primer grupo, quienes viven con mejores condiciones económicas, consideraron aspectos fundamentales para su bienestar el estar con su familia, el amor, la paz y el trabajo. Por su parte, los niños del segundo grupo relacionan el bienestar con la obtención de bienes como teléfonos, mejoras en las infraestructuras de sus escuelas y casas, así como el progreso. 

Llamó la atención que los niños de estratos económicos bajos evidenciaron enfrentar situaciones importantes de inseguridad, entendiendo el bienestar como un estado de seguridad física, así como material. Priorizaron aspectos como la comida y el tener un teléfono, como fundamentales para el bienestar. 

El primer grupo no mencionó el dinero como algo que les genere preocupación, puesto que alegaron sus padres suplen sus necesidades. El segundo grupo consideró el dinero como algo importante para suplir necesidades y obtener cosas como medicinas y comprar cosas. Mientras que los niños de menores recursos dieron mucha importancia al recurso económico, puntualizando que necesitan obtener dinero para comer. 

Violencia infraestructural: peores espacios, peor aprovechamiento

La profesora Claudia Arismendi, miembro del panel de expertos que presentó los resultados, explicó el término de violencia infraestructural, que ocurre cuando los niños son expuestos a ambientes inhóspitos para el aprendizaje como escuelas con mobiliario roto, sin agua ni ventilación. 

El estudio también constató que los niños de 8 años de buenas condiciones económicas tienen mejor capacidad de respuesta y comprensión que los niños de 12 años del último grupo. Asimismo, los pequeños del primer grupo presentan mayor seguridad y entusiasmo a la hora de participar en actividades grupales. 

En Ciudad Guayana, los planteles públicos presentan estados deplorables, debido al abandono gubernamental y la desinversión. En este sentido, los niños de condiciones malas y regulares manifestaron sentir preocupación por el estado de sus escuelas y refirieron que algo que no les gusta de asistir a clases son las puertas rotas, los pupitres dañados y la comida que les sirven en el comedor. En contraste, los niños que cursan estudios en planteles privados respondieron que lo que no les gusta de las escuelas son las matemáticas, las peleas y estar lejos de su familia. 

Todos los niños concordaron en que lo que les gusta de la escuela son sus amigos, el recreo, las actividades y el juego. 

Sin oportunidades de recreación y con poco soporte familiar

Al menos 30 de los niños encuestados, quienes integraban los grupos de condiciones regulares y malas, afirmaron no tener actividades de recreación fuera de sus hogares. 

Mientras que la muestra del primer grupo tiene acceso a practicar gimnasia, ir a la piscina o hacer alguna actividad extracurricular, los últimos grupos pasan todo el día en sus hogares entreteniéndose con actividades como dibujar, leer cuentos y ver videos de TikTok. 

Cuando se les preguntó quiénes eran sus figuras de soporte diario o que les ayudaban con su día a día, los niños de estrato económico más alto refieren a la familia como una unidad y a sus profesores como figuras de apoyo. 

Sin embargo, los grupos restantes mencionan únicamente a un miembro ya sea mamá, hermano o abuela, y no consideraron a sus maestros como parte de su red de apoyo. 

Asimismo, todos los estratos afirmaron sentirse poco escuchados en sus hogares y no recordar alguna situación en la cual su opinión importara. Los 50 niños con los que se trabajó para esta investigación afirmaron querer ser más escuchados en sus hogares y poder expresar sus sentimientos. 

Niños de bajos recursos están expuestos a problemáticas de envergadura

Como parte de la investigación, se les preguntó a los niños cuáles problemas cambiarían de su entorno para obtener mayor bienestar o felicidad. 

Las respuestas evidenciaron que los niños de bajos estratos están expuestos a problema de mayor gravedad, refiriéndose a que desearían: tener herramientas para que no me hagan daño, cambiar mi casa por una tablet, un televisor y un teléfono; que mi papá no se acercara a mi mamá porque se maltratan; que vendieran licor que no emborrache; que dejen de abusar de los niños; eliminar las peleas por personas calmadas que se den la mano; cambiar mi escuela por una más bonita. 

El último grupo abordó la necesidad de resolver problemas como el abuso, la violencia, el acoso, la guerra, la situación política y el estado de su vivienda. 

Los niños con más recursos entendieron como problemas situaciones de su cotidianidad, queriendo “resolver las relaciones tóxicas de la escuela para que sean sanas”, “eliminar la gripe para que nadie se sienta mal” y “que no hubiera chisme”. 

Mientras que los niños de condiciones regulares optaron por dar solución a problemas de sus hogares, queriendo “tener una casa propia y un cuarto para mí”, “poder viajar” y traer de regreso a un familiar fuera del país. 

Problemas a resolver: acoso escolar y creación de políticas públicas

Las propuestas ofrecidas por la investigación para mejorar las condiciones de vida de los niños en la localidad abarcan el diseño de mecanismos para visibilizar y sensibilizar la violencia en todos los estratos, la creación de políticas públicas para mejorar la infraestructura de las escuelas y la creación de espacios para prevenir el acoso escolar. 

Asimismo, se informó que se profundizará en próximas entregas de la investigación en aspectos como la autopercepción de los niños, otras áreas de conocimiento y la expansión del estudio hacia otras regiones.

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