La diáspora de Haití ve cómo su país cada año se hunde más y más en una crisis profunda, que pareciera no tener salida.

Fue el primer país libre, la primera nación en conseguir la independencia, los pioneros en romper cadenas de colonialidad, pero visto desde el futuro, tener un país les costó bloqueos, deudas impagables, chantajes y mucha persecución. Más de 200 años después, los migrante haitianos siguen siendo discriminados de cualquier manera, en todas partes.

La sexta parte de los haitianos viven fuera de Haití. En el país viven unos 11 millones de ciudadanos y según las Naciones Unidas también hay 1,7 millones que viven en el extranjero. De esos migrantes, apenas 116 mil consiguieron estatus de refugiados.

¿Qué puede hacer la diáspora por Haití?

El diario El País publicó un reportaje llamado “La diáspora quiere ayudar a levantar Haití: “La gran resistencia es transnacional”, en el cual muestran a los haitianos del mundo y sus propuestas para levantar al país.

“Haití es un país al que siempre han dado la espalda”, dice el haitiano Wooldy Edson Louidor, director de la maestría en Estudios Críticos de las Migraciones Contemporáneas de la Universidad Javeriana en Colombia. “Inclusive ahora, hasta la comunidad internacional está impidiendo la transición”.

“Necesitamos una solución haitiana con la clase política que tenemos, corrupta o no; la nuestra. Necesitamos su voz, la de los gremios y la de los que estamos fuera. El rol de la comunidad internacional tiene que ser acompañar y proteger a los refugiados, nada más”, añade. “El hastío de los migrantes frente a que las soluciones siempre se busquen fuera es una constante en sus relatos”.

“En un país convulso, la diáspora se ha convertido en una trinchera frente al caos. Los libros del escritor del haitiano-canadiense Dany Laferrière; el pensamiento crítico de Pierre Louis Jean o de Jean-Claude Icart o el activismo de Jennie-Laure Sully han explicado en el extranjero los males de una nación en crisis perenne. Además, ofrecen un salvavidas económico a través de las remesas, como hace Yvenet Dorsainvil desde Chile o el padre de Richard Cantave desde Estados Unidos. Es difícil sobrevivir sin apoyo”, dice el último.

Sus contribuciones y la de otros migrantes aportaron 4.200 millones de dólares a la economía haitiana en 2023; cerca de un 16,3% del PIB. Es por ello que Edson repite una y otra vez: “La gran resistencia es transnacional. Los grandes pensadores, los intelectuales… todos estamos fuera. Haití tiene todos sus recursos humanos en el exterior. Y, sin ellos, no va a poder levantarse”.

Estados Unidos: “Echo de menos sentirme en casa”

Richard Cantave (Puerto Príncipe, 38 años) se fue en junio de 2003 a estudiar a Nueva York. Su ciudad, en la que jugaba hasta la noche en la calle y por la que paseaba durante horas con su padre, es hoy el epicentro del caos.

“La crisis me puso fácil la decisión de quedarme”, explica por teléfono. Prácticamente toda su familia vive fuera de Haití, menos su hermano, un juez al que llevan siete meses sin pagarle el sueldo y que “se las pasa acorralado en la ciudad”.

Cantave, fundador de la empresa de turismo Haitian Nomad, cuenta que vive conectado al minuto a minuto de lo que sucede allá. Tanto por su negocio, que organiza viajes alrededor del mundo (incluyendo actualmente el norte de Haití), como por estar de alguna forma cerca a lo que pasa en la tierra de sus ancestros. Como él, en 2023 había unos 731.000 paisanos viviendo en Estados Unidos. “Estoy bien, pero echo de menos sentirme en casa”, dice.

Brasil: “El racismo es el gran obstáculo para encontrar trabajo”

Brasil fue desde 2011 un país de tránsito y destino de medio plazo para los haitianos que huían del devastador terremoto del año anterior, de la posterior inestabilidad social y las cíclicas crisis.

De los 160.000 que desde entonces entraron en el país, unos 86.000 permanecen; de ellos, unos 55.000, están inmersos en situaciones de vulnerabilidad.

Se calcula que decenas de miles siguieron hacia otros países -a veces con sus hijos brasileños- con el sueño de prosperar, mientras que una parte se naturalizó. Explica Miguel Pachioni, de Acnur, que “el racismo y la discriminación son el gran obstáculo que los haitianos tienen para encontrar trabajo” en este país continental.

Y añade que la política migratoria brasileña es de las más generosas de la región con los haitianos.

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