La minería desintegra a la familia guayanesa

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La profesora Yanixia Salazar, presidenta de la seccional Guayana de la Asociación Venezolana de Educación Católica (Avec), consideró que el fenómeno de la minería ha desintegrado a la familia guayanesa.

«Tengo toda mi vida en Guayana y la región ha sufrido un cambio drástico, sobre todo las familias. Nos hemos dado cuenta de que las familias se han desintegrado pues la mayoría de padres, representantes, se han ido a trabajar en las minas» relató la educadora a Radio Fe y Alegría Noticias.

Salazar señaló que dedicarse a la minería significa dejar a los niños con los abuelos para irse a trabajar como cocinera, en el caso de las mujeres, y como obrero, en el caso de los hombres.

Relató que el ambiente de trabajo en el Arco Minero es pesado y peligroso y que además de las enfermedades como el paludismo, conocen casos de personas que han ingresado a las minas y llevan más de un año desaparecidas.

«Actualmente tenemos dos representantes, mujeres, que hace más de un año que sus familias no saben de ellas. Te metes y puedes pasar un mes o dos meses metido y, si todo está bien, sales», narró.

Mientras tanto, los niños quedan en el cuidado de familiares o vecinos, sin el acompañamiento de sus padres, comiendo una vez al día, lo que ha incrementado la deserción escolar.

Por esa razón, destacó que Fe y Alegría trabaja junto a UNICEF para hacer seguimiento a casos de niños en situación de riesgo o de deserción para brindar el apoyo necesario para mantenerles en las aulas de clases.

«En la escuela Fe y Alegría Pablo Sexto, de San Félix, tenemos 38 desertores, 38 niños que no van a terminar el año escolar. Nosotros debemos ir a sus casas para saber qué pasa con esos niños. A veces nos dicen que no tienen comida y por eso no los mandan a las escuelas», explicó.

No sólo es la minería

Otros desafíos que enfrentan los maestros y las familias guayanesas son las fallas en los servicios públicos. Los problemas con el agua potable, el transporte público y la energía eléctrica hacen que asistir a la escuela sea una tarea complicada.

«En San Felix hace más de tres años que no llega agua por tubería. Un tanque de unos mil litros de agua hace una semana costaba 15 mil bolívares en efectivo. Pero ante la escasez de efectivo la alternativa es la transferencia electrónica, lo que eleva el costo hasta los 28 mil bolívares», explicó Salazar.

Aclaró que en las escuelas que cuentan con comedor se necesita ese recurso para cocinar y lavar los utensilios. En ese sentido, algunas instituciones cuentan con un tanque subterráneo, pero el agua almacenada allí no sirve para el consumo, por lo que se ven obligados a comprar entre ocho y nueve pimpinas diarias, con un costo de 6 mil bolívares cada una. «Para eso nos apoyamos en los representantes», dijo.

El transporte público es otra de las amenazas, «hay maestros que caminan hasta una hora, para poder llegar a una parada y evitar pagar tres pasajes», agregando que un pasaje cuesta 500 bolívares y los transportistas ya no reciben los billetes de 100.

Además, viajan en camiones, pues ya casi no existen autobúses. «Son camionetas, camiones de ganado», exclamó.