Yordano, siempre Yordano. Incombustible e imperecedero. Lo pescamos la tarde del viernes en el aeropuerto internacional de Maiquetía, a punto de tomar vuelo para una única presentación el sábado en la noche, en el Club Ítalo Venezolano de Puerto Ordaz.

Solicito y gentil, a pesar de una tos recurrente y la dificultad para escuchar debido a la presurización del avión que lo trajo minutos antes a la capital, aceptó conversar con nosotros.

Quiso la dicha que lo encontráramos en vísperas de la aparición de su más reciente trabajo musical “El último tren”, cuyo video promocional ya circula en las redes.

En medio de una gira nacional, enésima en la vida, interpretará temas inolvidables de su vasta producción, nuevas creaciones del próximo lanzamiento discográfico y versiones de canciones que marcaron época, formando parte de sus preferidas.

Con el plateado nevado cual corona y la altura de pívot inalterable contó que, a pesar de la alergia insolente, cantaría como nunca para deleitar un público que le rinde pleitesía y lo mantiene en el pedestal de los grandes de Venezuela.

Agrupada la banda, con Trina Medina a la cabeza de la comitiva, lista para secundarlo con la voz de tambor batiente en la legendaria Madera Fina, nos prometió una entrevista formal a través de su representante. Las disqueras establecen protocolos que deben ser rigurosamente cumplidos.

Sin animo de afectarlo, en el entendido de comprender el máximo cuidado que ha de dar al tesoro de su voz, nos despedimos envueltos en la nostalgia.

Imposible sortear la añoranza que inunda el ser al recordar cada etapa de nuestra existencia, con el telón de fondo de sus interpretaciones, fijándolas en surcos indelebles bajo la piel.

Siempre Yordano.

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