Espiritualidad. Lunes 04 de julio de 2022.
Por Antonio Pérez Esclarín.
Jesús, fuente de amor y de esperanza
Lleno del espíritu de Dios, con una pasión que convencía y atraía multitudes, Jesús se lanzó por los caminos de Galilea a proclamar y anunciar, como un maestro itinerante y un poeta de la misericordia, la buena noticia de un Dios compasivo que quería vida digna para todos, en especial para aquellos a los que siempre se les había negado: los pobres, los despreciados, los pecadores, los oprimidos, los leprosos, las viudas.
La gente se colgaba de sus labios, lo escuchaban con un asombro admirado y sentían que sus palabras eran como una fuente de agua limpia donde podían lavar sus cansancios y suciedades, y saciar su sed más profunda. Sus corazones repicaban jubilosos y la vida empezaba a tener sabor a fiesta.
Escuchar que Dios los amaba entrañablemente, que era su defensor frente a todos los que los despreciaban y maltrataban, los dignificaba y les llenaba de alegría, de esperanza y de valor. Sus palabras nos las sigue diciendo hoy a todos nosotros y en ellas debemos encontrar fuerza, alivio y mucha esperanza.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.