Una Palabra Oportuna No. 1745

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Oración de la mañana. Viernes 29 de abril de 2022.

Por Herlinda Gamboa. Narra Julitze Mayurel.

Cafecito de la esperanza en Tiempo de Pascua

Señor Jesús, esta mañana en nuestro café escuchamos el hambre del mundo que grita por mi atención. ¿Qué puedo hacer yo? Dame la voluntad de ir más allá de mí mismo, de compartir mis pequeños recursos y encaminarlos hacia la construcción de una comunidad donde las personas se cuiden y se quieran unas a otras. El milagro que haces con los panes y los peces, convenció a las multitudes que te seguían de que eras el profeta que estaban buscando. Tus enseñanzas, alimentar a la multitud, deja un profundo impacto en todos y les revelas tu divina Presencia.

Estás presente en los encuentros de la vida diaria, en aquellos con quienes me encuentro cada día, y especialmente en los pobres, los marginados y los que necesitan de mi ayuda. Cuando abro mi corazón y los busco por compasión y amor a ellos, también estoy encontrándote. Hombres, mujeres y niños se sientan en el pasto, comiendo inocentemente tanto el pan y el pescado como quisieron. Trabajas con las personas pequeñas para alimentar a la multitud. El muchacho con su humilde comida parecía tener muy poco que ofrecer; lo que él tenía alimentó a una multitud.

A menudo creemos que tenemos poco que ofrecer en el servicio a los demás. Tu trabajo depende de nuestra cooperación. Lo que se ofrece por amor, aunque parezca poco, puede producir grandes resultados. Nuestra oración es una oferta diaria de amor y cuidado para los que nos rodean, y una conexión al mundo de nuestros vecinos, nuestro país y el universo. Entramos en la escena, y compartimos el asombro de Felipe; miro al niño pequeño cuando entrega el almuerzo que su madre ha hecho para él. Te observo mientras rezas, partes el pan y el pescado.

Pasas largo tiempo alimentando a cada uno, sonríes mientras trabajas. También llenas mis manos sucias y vacías; me miro en tus ojos y te lo agradezco. El pequeño aporte del muchacho alimentó a una muchedumbre; nunca sabremos donde nuestros esfuerzos para amar, ayudar y aliviar a otros, llegarán a dar fruto.

Danos tu amor y gracia que eso nos basta. Amén. PAZ Y BIEN.

Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.