Este sábado 27 de abril se cumplieron diez años de la canonización de Juan Pablo II, Karol Wojtyla, el primer papa polaco de la historia, quien ejerció su pontificado que duró 27 años, uno de los más largos de la historia, reseñó el portal Cope.
Cada 22 de octubre se celebra su figura en el santoral y su beatificación ocurrió a tan solo seis años después de su muerte y el papa Francisco lo declaró santo.
Según Cope, la vida de Juan Pablo II estuvo rodeada de amigos y también resalta el atentado que sufrió en 1981, del cual sobrevivió pese a los pronósticos en cuanto a su salud. Una de las monjas que lo acompañó detuvo al atacante en el momento del disparo.
Los dos milagros que lo llevaron a los altares
No obstante, dos hechos puntuales le permitieron la beatificación y luego la canonización: Marie Simon Pierre y Floribeth Mora. En el caso de Pierre, se trató de una monja que sufría de parkinson y que se lo diagnosticaron cuando apenas tenía 39 años de edad y el tratamiento que le indicaron no daba resultados.
Tras la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril de 2005, las religiosas de la congregación de Simon Pierre, comenzaron a rezarle a Wojtyla para que curara a la monja y luego de una noche de petición, al día siguiente la religiosa despertó sin vestigios de la enfermedad, hecho que sus neurólogos no se explicaron,
Actualmente, Simon Pierre trabaja en una clínica de París y tiene 63 años de edad.
El segundo caso, el de Mora, una costarricense quien tenía un aneurisma cerebral los médicos no solo le diagnosticaron la enfermedad sino también una muerte inminente, pues solo le dieron un mes de vida.
Mora, desde que supo su situación, encomendó su salud no solo a Dios sino también a Juan Pablo II y un día cuando estaba en su cama vio como el santo puso sus manos sobre su cabeza y le dijo: “levántate, no tengas”, dijo la protagonista de esta historia al medio Cope de Italia.
Los médicos tratantes de Mora revisaron los informes y dijeron que se trataba de un milagro. Esta documentación la enviaron al Vaticano y allá concluyeron que se trató de una “intervención divina”, aseguró Mariano Ramírez, uno de los peritos de la Curia Metropolitana de Costa Rica.
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