Espiritualidad. Viernes 11 de febrero de 2022.
Por Antonio Pérez Esclarín.
Un Dios que nos acompaña
En Jesús Dios quiso comunicarnos que no es un Dios distante, lejano, ajeno a nuestros problemas, que no es un Dios que ha abandonado a sus hijos. A pesar de nuestros miedos y dolores, no estamos solos. Hay un Dios que acompaña nuestra historia y nuestros pasos, que sostiene nuestras vidas, que está a nuestro lado cuando sentimos su compañía y también está, y más amoroso y cercano, cuando sólo experimentamos su ausencia.
Un Dios que en nuestros días radiantes brilla con nosotros y en nuestras noches oscuras nos sostiene y nos consuela. Un Dios que nos ama y que nos pide que respondamos a su amor dándonos en servicio a los demás. Frente a la concepción hoy tan generalizada, que reduce el amor a un sentimiento, una atracción, un mero gustar o un deseo de posesión, amar es estar ahí, como el buen samaritano, para aliviar los dolores del prójimo y convertir en prójimo a todo aquel que los necesita.
Amor eficaz, radical, gratuito, que se compromete, no negocia ni calcula, ni espera recompensa y es capaz de perdonar. Amor como el de Jesús, que pasó la vida haciendo el bien, aliviando a todos los golpeados por la injusticia, la opresión o la discriminación.
Con tu presencia Señor, saldremos fortalecidos.