Siboney Pérez, presidenta de Psicólogos Sin Fronteras Venezuela, explica que la depresión es un trastorno del estado afectivo y un resultado de interacciones complejas entre distintos factores: biológicos, psicológicos, sociales y ambientales. 

Eventos traumáticos, duelos y desafíos diarios pueden hacer que las personas sean más susceptibles a esta condición, que afecta profundamente su vida cotidiana. 

Aunque suele confundirse la tristeza con la depresión, Pérez aclara que esta última implica un grado de intensidad suficiente como para interferir en el funcionamiento normal del individuo. 

“No existen dos depresiones iguales, porque cada persona la va a experimentar y a manifestar de una manera distinta”, subraya Pérez en entrevista para Radio Fe y Alegría Noticias

La psicóloga indica que al ser una enfermedad que muchas veces no la comprende ni quien la padece, es fundamental informarse sobre los síntomas y señales de alarma, escuchar, acompañar, eliminar los estigmas, promover una comunicación abierta y hacer ver que no es una debilidad personal. 

Su recuperación implica un trabajo en conjunto entre psiquiatras y psicólogos, a fin de garantizar un abordaje integral y efectivo, aunado al respaldo de seres queridos. Las emociones, tanto agradables como desagradables, forman parte de la vida y la clave está en no rendirse ante la adversidad.  

¿Cómo afecta la depresión a la vida cotidiana?

Cuando hablamos de depresión, tenemos que comprender que es el resultado de interacciones complejas entre distintos factores, incluyendo biológicos, psicológicos, sociales y ambientales que van a afectar de alguna manera las circunstancias vitales de las personas. Por ejemplo, desempleo, duelos, lutos y eventos traumáticos hacen a los individuos más susceptibles de sufrirla, pueden empeorar toda su situación y, por supuesto, establecer dificultades en su vida privada. Asimismo, tenemos que entender que estamos abordando aspectos psicológicos y psiquiátricos que deben ser establecidos con criterios de diagnóstico, porque muchas veces se suele confundir la tristeza con la depresión. 

En la depresión sí hay un sentimiento de tristeza y una disminución del interés o del placer en actividades que antes se podían disfrutar, pero se convierte en un trastorno cuando es lo suficientemente intensa como para interferir en el funcionamiento normal y cotidiano de la persona, por lo que la pérdida de un ser querido u otro acontecimiento doloroso va a resultar en una respuesta quizás desproporcionada y de una duración mucho mayor a la esperada. Podemos estar hablando incluso de una tristeza patológica que afecta a todos los sistemas del cuerpo, como los sentimientos, la cognición, la voluntad, el estado anímico, el nivel de energía, la comunicación e incluso la alteración de los ritmos biológicos o circadianos del afectado. 

Cuando esta tristeza patológica está presente como síntoma, va a dar señales importantes. La persona puede expresar que se siente incapaz, que no tiene voluntad de hacer cosas; hay una marcada falta de interés por aquello que antes sí lo entusiasmaba, va a tener un estado afectivo plano y, ante la presencia de diferentes estímulos, no va a responder. Incluso puede, en algunos momentos, manifestarse con síntomas de ira o de rabia. Entonces, está afectada la esfera cognitiva, afectiva, volitiva y de interacción, porque estamos hablando de la depresión como un trastorno del estado afectivo en el que se ve afectada toda la vida cotidiana. 

¿Cuál es la importancia de la empatía y la comprensión hacia quien padece de depresión?

Es clave entender que no existen dos depresiones iguales, porque cada persona la va a experimentar y a manifestar de una manera distinta. Además de conocer cuáles son los síntomas comunes de la enfermedad, ya que no aparecen de la misma forma, es primordial saber también las señales de alarma que pueden avisarnos que alguien está sufriendo depresión. En este trastorno, como en otros trastornos mentales, se esconde un estigma que hace que muchos no sepan cómo pedir ayuda ni cómo enfrentarse a él. 

Para que la ayuda sea eficaz hay que tener mucha paciencia y no juzgar, porque es una enfermedad que muchas veces ni siquiera quien la padece la está comprendiendo. Es escucharla, es acompañarla para que se pueda sentir cómoda y se pueda desahogar. Hay que hacerle saber que es una enfermedad tan importante como las otras y que hay la necesidad de acudir a los especialistas. Es imprescindible, ayudar con la medicación y la terapia psicológica, para que la siga, porque igual que cualquier otra afección, para curarse se tiene que seguir el tratamiento. 

¿Cómo identificar cuando alguien cercano a tu entorno sufre depresión y cuáles pasos se deben tomar al notarlo?

Ayudar a un ser humano que tiene depresión muchas veces puede ser un desafío, el familiar o amigo puede sentirse desesperado y no saber qué hacer. Lo primero es informarse sobre cómo ayudarlo y comprenderlo para que pueda recibir los recursos que necesita para superar el trastorno; mientras más se sepa sobre la depresión, cómo afecta a las personas y cómo se puede tratar, por supuesto, va a estar más preparado para apoyar a ese familiar o amigo que lo requiera. 

Aprender acerca de los síntomas de la depresión, que van a variar de una persona a otra. ¿Cuáles pueden ser estos síntomas? Sentimientos de tristeza, ganas de llorar, vacío y desesperanza. Puede haber arrebatos de irritabilidad o frustración incluso frente a asuntos poco importantes, pérdida del interés o placer por la mayoría de las actividades habituales, como pueden ser pasatiempos, deportes y relaciones sexuales. Cuando duerme demasiado o muy poco, cuando está con mucho cansancio, con falta de energía y hasta frente a tareas pequeñas le suponen un gran esfuerzo. 

Puede haber alteraciones en el apetito con aumento o pérdida de peso, problemas físicos sin causa aparente como dolor de cabeza, de espalda, mucha inquietud, nerviosismo, lentitud para hablar, mover el cuerpo y razonar, dificultades para concentrarse, atender a las cosas y tomar decisiones. Sentimientos de culpa, de inutilidad, de sentirse como un fracaso ante la vida. Hablar frecuentemente sobre que no quiere vivir, pensamiento, ideación suicida o intentos de suicidio

Lo otro que se puede hacer es alentarla a buscar ayuda. Las personas con depresión pueden no saber o negarse a admitir que están deprimidas porque desconocen los síntomas o piensan que lo que están sintiendo es normal. Se ve con bastante frecuencia que los pacientes pueden sentir vergüenza de su depresión y piensan de manera completamente errónea que la van a superar poniendo fuerza de voluntad, lo cual no es verdad. La depresión tiene escasa probabilidad de mejorar si no hay un tratamiento adecuado e incluso puede llegar a empeorar.

Igualmente, hablar con esa persona, preguntarle qué le preocupa, explicarle que la depresión es una enfermedad que no es una debilidad personal ni un defecto y que puede mejorar. Conocer los riesgos de suicidio, tomarse con mucha seriedad las señales de conducta suicida para actuar de inmediato. Hacerle saber a la persona que se está preocupada, preguntarles si ha pensado en suicidarse o si tiene un plan para hacerlo. 

Si la persona tiene un plan, significa que es más probable que intente suicidarse y ante esto, inmediatamente debe buscar la ayuda profesional médica adecuada para atender estos casos. Hablar con otros miembros de la familia o con amigos cercanos para informarles lo que está sucediendo.

¿De qué manera podemos promover una comunicación abierta sobre este tema?

Muchos programas están interesados en normalizar y visibilizar todo lo que tiene que ver con los trastornos psicológicos. Cuando se normaliza, bien sea en nuestras conversaciones públicas o en nuestras conversaciones privadas, estamos contribuyendo al bienestar emocional de la población, es una forma de romper con el tabú que durante mucho tiempo ha estado asociado a la salud mental. Cuanto más hablemos de estos temas, más vamos a ir empatizando con los demás y, por lo tanto, podremos hablar de lo que nos ocurre a nosotros, porque todos podemos en un momento dado tener una depresión. El hecho de poder compartir si tengo un diagnóstico de depresión o estoy teniendo otro tipo de problemas mentales, que pueda acudir a un profesional, a un especialista, al igual que lo hacemos en otros ámbitos de la salud con otros profesionales de la salud y saber que las emociones, tanto las agradables como las desagradables, forman parte de la vida.

Tenemos que empezar desde temprana edad a enseñarle a nuestros niños a que aprendan a identificarlas, expresarlas, a tratar de gestionarlas de una manera saludable, pues aprender a compartir nuestros sentimientos y emociones nos permite gestionar mejor nuestros estados anímicos. Entre todos los que de una manera u otra tenemos contacto con la población, es preciso eliminar ese estigma asociado a la depresión y hablar abiertamente de estos padecimientos como uno de los primeros pasos para su prevención y recomendar hábitos de vida saludable y de entornos sociales mucho más estables, a fin de superar esta enfermedad porque aquí hay que recordar o tener en cuenta que una persona que sufre trastornos depresivos puede sentir vergüenza y culpa que va a desencadenar en consecuencias muy peligrosas, llegando incluso a que la persona atente contra su propia vida. 

¿Cuáles son las principales barreras a la hora de buscar ayuda profesional y cómo superarlas? 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que todo el estigma relacionado con la salud mental es el mayor obstáculo para buscar ayuda especializada. El estigma es un conjunto de creencias negativas e inexactas que la sociedad relaciona con ciertas circunstancias, situaciones o personas. Cuando se habla del estigma de la salud mental, estamos hablando de distintas actitudes o creencias negativas, que llevan a desvalorizar, desacreditar o desfavorecer por parte de la población en general a quienes enfrentan enfermedades mentales.

Aquí entran las creencias sociales, culturales, religiosas y familiares, que están vinculadas con lo que tiene que ver con la salud mental. En ocasiones, son producto de ignorancia, mala información, actitudes o prejuicios negativos y discriminación sin importar la causa o el origen de la enfermedad, teniendo implicaciones negativas sociales, económicas y públicas para quienes coexisten con un trastorno de salud mental. Incluso, en muchos casos, va a reducir o limitar la confianza o la capacidad para buscar la ayuda necesaria e indispensable para superar el trastorno o mejorarlo, ya que los desanima e inhibe. 

Una de las mejores maneras para reducir estas barreras es hacer intervenciones basadas en el contacto, donde nos involucremos con las personas que han vivido experiencias con este tipo de enfermedades con programas educativos, religiosos y sociales, es decir, donde se involucren actividades, discusiones con las personas, presentaciones, videos, entrevistas, podcast y todo lo que ahora podemos tener a nuestro alcance. Hablar abiertamente sobre la salud, buscar información, educarse uno mismo, promover la idea de que la mala salud física y mental son iguales, porque sin salud mental, no hay salud física. Conocer el lenguaje que puede ser estigmatizante, por ejemplo, llamar a alguien loco o de mente, etc. Informar a los medios cuando están promoviendo el estigma negativo, mostrar compasión y comprender que esto perpetúa un ciclo de sufrimiento.

¿Cómo debe involucrarse la familia y los amigos en el proceso de recuperación? 

Diversos estudios confirman que el apoyo de familiares y amigos favorece a la recuperación. El apoyo familiar es esencial cuando un miembro de la familia está atravesando esta condición, porque eso genera un impacto significativo en el bienestar de todo el sistema familiar. Por eso, hay que abrirse a la persona para que pueda estar en capacidad de contar cómo se siente, escucharla sin juzgarla, no culpabilizarla; porque en este trastorno no solamente es importante la psicoterapia y el tratamiento farmacológico, sino también el tener alrededor familiares y amigos que comprendan lo que se sufre y lo impulsen a mantener hábitos de vida saludables o a que se relacione. Comprender las necesidades de la persona deprimida, educarse sobre la depresión, eliminar el estigma asociado, promover una comunicación abierta y un amor incondicional. Ese apoyo genuino e incondicional, entendiendo que la depresión es una enfermedad real y no una debilidad de la persona, hace que el individuo se sienta validado y aceptado por su entorno familiar, lo que a su vez coadyuva a que haya adherencia al tratamiento, búsqueda de ayuda profesional y adopción de hábitos de vida positivos.

¿Cuál es el papel de la terapia y los medicamentos en el tratamiento de la depresión?

Debe haber un enfoque combinado desde el punto de vista farmacológico y psicoterapéutico. Con la parte de la psicoterapia, las personas pueden identificar esos factores que contribuyen a su depresión y afrontar eficazmente las causas psicológicas, conductuales, interpersonales y situacionales que puedan estar manteniendo o profundizando un estado depresivo. Existen evidencias de que la psicoterapia continua puede ayudar a disminuir la posibilidad de ocurrencia de futuros episodios, o al menos reducir su intensidad, porque a través de la psicoterapia, se aprenden tácticas para evitar el sufrimiento innecesario.

La parte farmacológica reduce los síntomas de la depresión, sobre todo en los casos moderados o graves, por ello es trascendental la combinación de ambas. Además, hay que tener en cuenta que cuando se está hablando de farmacología, puede haber algunos efectos colaterales. Entonces, el uso de la medicación va a requerir de un control atento por parte del médico. Es imprescindible hacer una evaluación exhaustiva por profesionales de la salud mental capacitados y autorizados. En el caso de la parte farmacológica con médicos psiquiatras, combinado con el profesional de la psicología debidamente calificado e inscrito en la Federación de Psicólogos de Venezuela y en el colegio respectivo.

Recordemos que la depresión puede afectar seriamente la capacidad de una persona para conducirse en situaciones cotidianas. Sin embargo, las perspectivas de una recuperación a largo plazo también son buenas para quienes buscan ayuda profesional. Trabajar con profesionales calificados y experimentados puede ayudar a las personas con depresión a recuperar el control de sus vidas.

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