Es la hora de despertar

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Foto: Archivo.

La larga y muy compleja crisis humanitaria que sufrimos debería impulsarnos a alimentar   el espíritu de la reconciliación y del amor sincero a Venezuela y a los hermanos que tanto sufren, y dejar de un lado los enfrentamientos, la soberbia, el odio y el autoritarismo. ¡Basta ya de pugnas estériles, de actitudes arrogantes y de egoísmos destructores! ¡Es la hora de   arrancar la política de la ideología y ponerla al servicio de una vida digna para todos! Para ello, hay que recuperar la ética y el valor para cambiar de rumbo y no seguir con prácticas y actitudes que nos siguen llevando al despeñadero. Es la hora de sustituir discursos por acciones, de derrotar la retórica con servicio y con trabajo eficiente, orientado a resolver nuestros gravísimos problemas… Es la hora de pensar en Venezuela, de superar nuestras visiones mediocres, interesadas y   egoístas y de abocarnos todos a combatir con valor el hambre, la miseria, la inseguridad, los pésimos servicios, el miedo, la resignación y la desconfianza.

Es la hora de que fortalezcamos entre todos los dos pilares del progreso y la dignidad humana que hoy languidecen: la salud y la educación: el derecho a la vida y el derecho a un conocimiento profundo capaz de impulsar una economía próspera, al servicio del desarrollo humano. Es la hora de fomentar la imaginación creativa, la crítica y autocrítica, de superar el miedo, el fatalismo, la resignación y el individualismo para gestar la nueva Venezuela.  Es la hora de los auténticos políticos, con vocación de servicio, verdaderos estadistas, cercanos a la gente, capaces de compartir su vida y sus problemas. Por ello, es la hora de dejar a un lado y para siempre a los politiqueros de oficio, arribistas y corruptos, charlatanes y mentirosos, que utilizan el poder para lucrarse; y a todos aquellos que han hecho de la amenaza, la persecución y la violencia el modo de mantenerse en el poder o de lograrlo.  Es también la hora de empresarios honestos, emprendedores, dispuestos a asumir riesgos por salvar a Venezuela, y que entienden que la economía debe estar al servicio de la vida y de las personas.

En breve, necesitamos todos despertar el alma, aprender a mirar nuestras vidas, mirar el país y mirar a nuestros conciudadanos, sin importar su ideología, raza, religión, cultura, con ojos nuevos, cariñosos y compasivos. Necesitamos despertar del sueño de nuestra inconsciencia y nuestro egoísmo individualista a la verdad de lo que somos, a la necesidad de cambiar de valores y de rumbo. Despertar al convencimiento de que no somos un país rico sino que tenemos un país quebrado y en ruinas, Para salir de esta crisis tan profunda, van a hacer   falta muchos sacrificios y esfuerzos, y el convencimiento de que no podemos seguir enfrentados ni caminar aislados, que necesitamos unir nuestras fuerzas. Despertar a la sencillez, la humildad y la solidaridad; a la necesidad de una vida más humana y más justa; vacunarnos de una vez contra el egoísmo y la insensibilidad y empezar a contagiar el virus del respeto, la compasión y el amor.

Un hombre verdaderamente libre como el Dalai Lama nos dice: “Estamos en este planeta como de visita. A lo más, durante 90 o cien años. Durante ese período, debemos tratar de hacer algo bueno y útil, debemos tratar de alcanzar la paz con nosotros mismos y ayudar a otros a compartir dicha paz. Si logramos contribuir a la felicidad de los demás, habremos encontrado la meta verdadera, el sentido de la vida”.