Algunos artistas han manifestado públicamente que no aceptaron ir a presentarse en la inauguración y en los eventos del Mundial de Qatar. Las razones que exponen son con relación al hecho de que en ese país no se respetan los derechos humanos, sobre todo los de las minorías como los miembros de la comunidad LGBTI.
Dua Lipa, por ejemplo, dijo: “No actuaré [en la ceremonia] ni he estado implicada en ninguna negociación para actuar allí. Animaré a Inglaterra desde lejos y espero visitar Qatar cuando haya cumplido todos los compromisos con los derechos humanos que adquirió cuando ganó el derecho de albergar la Copa del Mundo». También Rod Steward dijo que le habían ofrecido más de un millón de dólares por asistir, y que lo había rechazado porque no estaba bien ir.
Creo que este tipo de situación merece una reflexión, porque vivimos en una sociedad en la que el dinero es el valor supremo y todo los demás queda subordinado a su poder, de hecho, esa parece ser la única razón por la que la FIFA entregó la sede a un país sin ninguna tradición futbolística y sin posibilidades de desarrollo del deporte.
La lección es clara: hay que sostener posiciones coherentes con los valores que se dicen tener y actuar alineados con las opciones de vida que se han hecho, asumiendo los riesgos que este tipo de decisiones ocasionan. Ojalá esa fuera la manera de actuar de los lideres que influyen de muchas maneras en la vida de las personas.
Además de esto, me gusta mucho que queda claro el poder del cliente, del consumidor, de los fans. Sin duda es la presión de ellos la que cataliza la decisión de algunos artistas. Es la manera como se puede hacer que muchas cosas cambien, y tener un consumo que responda a lo que queremos del mundo, sin caer en las presiones de la moda.
Los productos y los artistas que están alineados en cuidar el medio ambiente y en generar procesos de producción amigables con los derechos humanos deberían ser los más apoyados por una sociedad que cree que eso es lo más importante.
Por: Alberto Linero | BluRadio